Santa Fe de la Laguna/Héctor Tapia
En la plaza donde luce la estatua del Tata Vasco juega una pandilla de perros mojados. Se persiguen, se avientan unos sobre otros y vuelven a correr. La cortina de agua ha disminuido luego de varias horas de intensa lluvia que ha lavado las calles empedradas de Santa Fe de la Laguna, Quiroga.
No están instaladas las mesas donde venden las famosas quesadillas o pescado frito de esta comunidad que se arraiga a su laguna, que está cerca de la carretera.
En los portales se refugian apenas unos cuantos, recargados en los pilares de madera que sostienen húmedos tejabanes rojo intenso recién bañados por la lluvia.
Uno de ellos fuma con parsimonia su cigarrillo, en su otra mano sostiene un café humeante.
Aun cuando exhala el humo blanquecino del cigarro, sigue emitiendo vapor por su boca después de la bocanada del tabaco. La temperatura está en 10 grados y pasa ya de medio día.
Unos cuantos puestos de verduras se encuentran instalados en el portal frontal de la iglesia que alguna vez fue un hospital, en los tiempos que vivió Don Vasco de Quiroga, quien llegó a tierras michoacanas y fue nombrado como primer obispo de la tierra purépecha.
Al entrar en la plaza, donde luce la estatua de quien fuera visitador en Michoacán en el año de 1533, se respira una gran tranquilidad; los habitantes se han resguardado de la lluvia y el frío que aumenta con el paso de las horas.
El viento cada vez más helado se refugia en los rincones de los humedecidos portales donde se esconden, entre marcos rojos, las puertas de madera que dan la bienvenida a las tienditas, por ahora desoladas, donde ancianas sonrientes, con rostros marcados por el tiempo, conversan en su lengua originaria: el purépecha.
La fuente donde, la inmóvil figura de Tata Vasco se encuentra observando la entrada a la plaza, está adornada con varias coronas de flores, que conmemoran la fecha de su fallecimiento que sucedió el 14 de marzo de 1565.
El chipi chipi, horas después de la intensa lluvia, continúa. De forma casi tímida el sol se asuma entre las nubes espesas que se abren y se vuelven a juntar para nublar el ambiente.
Los vendedores de pollo fresco y pescado, al no ver la llegada de clientes, levantan sus puestos de los portales. “Antes de que regrese la lluvia” dicen.