“Yo siento que ese trágico evento (el de los granadazos), hizo que los nativos de aquí de Morelia fueran menos hospitalarios y más desconfiados”.
Morelia, Mich. | Zayda Solís/Acueducto Noticias.- Hace 15 años, de La Piedad, llegó Adriana a la capital michoacana; hoy, trabaja en una juguetería, a unos metros de la Plaza Carrillo.
Su historia -como la de tantas mujeres trabajadoras- podría pasar desapercibida, pero no la de ella, quien, a sus 45 años de edad, horizontalmente amable, siempre tiene una sonrisa en su rostro.
Su sentido del humor y optimismo son, tal vez, cualidades por las que parece más joven a sus años. La piedadense, antes de residir aquí, solo había visitado esta ciudad en una ocasión, durante su juventud.
En ese tiempo, apenas conoció de reojo la Catedral, un edificio construido en la época del virreinato; de estilo barroco, realizada en cantera rosada que le da un color peculiar y característico.
Ni qué decir de su caminar por la cerrada de San Agustín, al sur de la propia Catedral y que conecta el templo de San Agustín con La Plaza de Armas, en donde hacen mayoría los locales que expenden los tradicionales gazpachos.
imagen ACG
La historia
En 2008, la vida de Adriana tomó un giro inesperado, un fuerte problema al interior de su familia la obligó a dejar La Piedad, pensó en irse a Guadalajara porque allá hay más oportunidades laborales, pero sus raíces la mantuvieron en el estado.
Prefirió Morelia, porque, aunque solo la había visitado una vez, eso fue suficiente para quedar enamorada sobre todo de la belleza de su centro histórico y muy especial de su cultura, platicaba sin dejar de atender a los clientes que ingresaban a la juguetería.
Confesó que sentía un poco de vergüenza por contar su historia porque “Morelia es un pueblo y aquí todos nos conocemos”. De todas maneras, habló de la tranquilidad de su infancia, cerca del campo, y desde muy chica aprendió las labores del hogar.
“Tuve una infancia bonita, pude jugar en el campo, la tierra, en el agua, lo cual disfruté muchísimo. Trabajé desde niña, a veces desde las 4 o 5 de la mañana, pero lo viví muy bien, muy feliz”, dice nostálgicamente.
Su madre fue ama de casa y su padre agricultor, pero cuando fue necesario, todos en la familia iban a trabajar en la siembra y cosecha. “Mis hermanos y yo, trabajamos y jugamos, nunca vimos estas actividades tal cual, como laboriosas”.
Ella es la hermana mayor de tres hermanos. Desde chiquilla, fue activa, aprendió a hacer tortillas y trabajar en el campo, le gustaba la escuela, pero solo pudo llegar hasta la secundaria. Con un poco de pesar, recuerda que ella quería ser guía de turistas.
Y es que quería conocer muchos lugares del país y al mismo tiempo obtener un ingreso, pero la vida no siempre es justa, así que tuvo que dejar ese sueño y ayudar en casa, buscando un trabajo eventual para apoyar económicamente en su hogar.
Imagen ACG
El drama
Volviendo al año del 2008, Adriana había perdido a su madre y padre, este último ha sido su gran inspiración. Lo recuerda con orgullo, asegura que de él heredó el carácter y la seguridad para enfrentar los problemas de la vida.
Su arribo a Morelia estuvo difícil, porque “llegué desorientada”, pese a ello la ciudad fue para Adriana un refugio, pues, puntualiza, a pesar de no conocer a nadie, hubo unas personas que la recibieron y ayudaron desinteresadamente.
Se dice que los morelianos son “cerrados”, lo cierto es que también hay muchas personas que no tienen prejuicios y son solidarios sin esperar nada a cambio. “Tuve necesidad de dinero y me prestaron aún sin conocerme, lo cual agradezco mucho”.
Adriana recuerda aquellos años, lo difícil que fue adaptarse a la comida. Como bien dice, “no fue fácil”, pero hoy en día aquí está su hogar, sus amistades que se han convertido en su familia.
Al principio le costó encontrar un trabajo, pero “a mí no me espanta el trabajo”, además de carismática es amigable y leal, eso le ayudó a que le salieran y le sigan ofreciendo nuevas oportunidades laborales, lo cual le hacen sentir muy bien.
Secuelas de los granadazos
Imagen ACG
Con nostalgia no dice que en estos quince años ha percibido como ha cambiado Morelia, en los primeros años, disfrutaba de visitar, recorrer continuamente los lugares emblemáticos de la ciudad, sus edificios históricos.
Su pasatiempo favorito era caminar en el centro, “admirar las construcciones, su arquitectura, todavía lo disfruto mucho”. Señala que cuando llegó aquí había muchos eventos gratuitos, de artes, de baile, muchísimas cosas, pero había mucho temor.
“No tenía mucho que había sucedido lo de las bombas, por eso, sentía que la gente tenía mucho temor”. De aquellos años conserva amistades a quienes les tocó vivir de cerca ese trágico evento de la historia reciente de Morelia.
“Yo siento que ese trágico evento, hizo que los nativos de aquí de Morelia fueran menos hospitalarios y más desconfiados”. Pese a este hecho, Adriana está muy agradecida de aquellas personas que le brindaron apoyo sin conocerla.
Ella se siente sumamente agradecida, pues gracias a las oportunidades laborales, hoy en día se encuentra de cumplir uno de sus grandes sueños: tener una casa propia. Por otro lado, le gustaría conocer otros lugares del estado y del país.
“Lo que más me agrada de Morelia y de su gente, es que muchos venimos de otros lugares, somos quienes más nos ayudamos porque sabemos lo difícil que es llegar aquí y no tener a quien recurrir.
Aquí, finaliza, puedes conocer muchas culturas de diferentes lados de la República y todos aprendemos de todos.