Morelia/Vianey J. Cervantes
Respirar en la plaza Villalongín era difícil, el fuerte calor inundaba la ciudad y la tristeza de la familia de Salvador Adame era palpable, el aire podía quemar el interior, ya por el calor, ya por la indignación; el gremio periodístico no podía quedar indiferente al ‘levantamiento’ de un compañero. Fueron más de cien personas que salieron a exigir su regreso con vida; la caminata fue triste, con intervalos de silencio y consignas, la piel se erizaba, los ojos se enrojecían, la ira recorría a los asistentes con un amargo vaivén. Esta marcha es el vaso derramado, el hartazgo de impunidad ‘a la mexicana’, es para recordarle a la familia que no están solos, hay cientos, miles más en México dispuestos a continuar la lucha por la libertad.