Morelia/Samuel Ponce Morales
No, no es la misma mirarla de frente, de reojo, paso a paso, a trote, desde cualquier punto cardinal, desde el amanecer hasta el cenit o en ese mediodía bullicioso, donde el andar de todos se funde en la nada, pero es toda ella, solo es lo que queda de la vieja Valladolid o lo que fuera el jardín de La Nueva España, ese pequeño, tan breve, espacio destinado a merecer la ciudad de la cantera rosa.
De ella se suspira y se nostalgia casi todo, más en esas tardes de lluvia o en las lunas de octubre, aunque cada cual, en su alborozo, en sus cuitas, en su momento, en su tiempo. Sin embargo, no, no es la misma observarla desde las alturas, sobre todo de aquellas que nos alejan de su elegante belleza colonial, porque suele perderse en finos trazos urbanos que solo deletrean mapas, que solo motean adivinanzas de sus sitios abstractos.