Morelia/Julieta Coria
Eran las diez de la mañana, cuando las mujeres madres de los desaparecidos, se encontraban listas para marchar por las desapariciones forzadas en el estado, en el país.
La avenida Acueducto de Morelia, empezaba a cerrarse a su circulación, varios elementos de policía y tránsito, presenciaban los últimos detalles de “Las madres ya no lloramos, luchamos”.
La marcha salió de tajo, son menos de 50 personas. A la cabeza las madres de desaparecidos, atrás familiares e integrantes de la Comité de Familiares de Detenidos Desaparecidos del Estado de Michoacán (Cofaddem) y otras Asociaciones. Todos portan playeras negras con la leyenda “Vivos los queremos…” semblantes apunto del llanto.
Caminaban en fila, resuenan los gritos de “¡Porque vivos se los llevaron, vivos, los queremos!” Atrás, una mujer con altavoz en mano, motiva a los marchantes para gritar las consignas.
La primera parada, fue frente a los elementos castrenses quienes al ver el contingente ni siquiera se inmutan antes las acusaciones que les gritan las madres de los desaparecidos.
Ahí se leyó un boletín, para exigir a la autoridades “la presentación con vida de sus hijos desapariciones” y a sus familiares que no desistan en la búsqueda de sus seres queridos, pasando lista frente al cuartel general: “¡Ahora, ahora, se hace indispensable, presentación con vida y castigo a los culpables! ¡Queremos trabajo, queremos escuela, queremos hospitales, no queremos militares! En repetidas ocasiones.
Enseguida el pase de lista, cada una de las madres toma un cartelón con el retrato de su hijo frente a sus manos y con los ojos rojos y una mirada triste, como buscando al aire…la mujer toma el altavoz y empieza el doloroso pase de lista:
Olga Patricia García Mercado, grita la mujer del altavoz, con la lista de la muerte en sus manos…
(En pie de lucha) el coro del contingente, desgarrador, brutal, con cada uno de los nombres de los desaparecidos
Agustín Magaña Marín
(En pie de lucha)
Esmeralda Hernández González,(En pie de lucha)
Miriam Maten Barrera,
(En pie de lucha)
Jeny Pineda Barrón
(En pie de lucha)
Mauricio James Gómez
(En pie de lucha)
Rafael Chávez Rosas,
(En pie de lucha)
Doroteo Santiago Ramírez
(En pie de lucha)
Armando Guzmán Cruz… y así la lista continuaba por más de diez minutos, hasta que termina, con un mal sabor de boca, y un silencio, breve, en donde se reflejaba la tristeza en los ojos de las mujeres, las madres, que dicen, “hoy no festejo nada…”, solo el dolor.
Continuaban su recorrido a las 10:33 a.m. Muchos con banderas blancas, otros tantos con mantas con las caras de los desaparecidos. Junto a ellos niños pequeños, también con sus carteles que, al rápido y al unísono de las consignas, intentaban imitar los fuertes gritos.
Cuando la marcha estaba en su pleno apogeo, allá cerca de un café-restaurant, de los más costosos de la ciudad, el contraste apareció así, de casualidad, por un momento la marcha se detiene hay dos contingentes frente a mí, la dualidad, entre el festejo y la protesta, miro a un lado y veo decenas de familias festejando el día de las madres, a ellas se les nota contentas, rodeadas de música y felicidad, con café en mano y sonrientes pláticas, se observan por escasos minutos.
Frente a ellos, el otro lado del día conmemorativo, un grupo pequeño de madres de familias de desaparecidos, con una mirada que cala a cualquiera, solo observan como quien mira a detalle buscando la utopía, algunas derraman lágrimas, mientras gritan cruzando miradas;
¡Diez de mayo no es de fiesta y de protesta! ¡Hijo escucha tu madre está en lucha!
Ambos contingentes se observan y se retan, sus miradas, sus rostros lo dicen todo, el dolor regresa…el contingente continua, y yo con ellas.
Se me enchina la piel.
La frase inicial era la misma, contar “¡Vivos se los llevaron y vivos los queremos!”, haciendo eco de las últimas manifestaciones. Hasta llegar al centro histórico de Morelia, todo el camino, observo a las mujeres, incansables, el sol es duro, el calor pega, varios kilómetros han pasado y ellas ni se inmutan, durante el camino platico con varias madres, entre ellas María
Elena Martínez Barajas, de 63 años, su pies están cansados, le duele un poco la cabeza, pero no es menos el dolor que siente este día, han pasado seis años desde que su hijo Pedro Jiménez Barajas desapareció en la colonia en la Tenencia Morelos.
Hace tanto que no se nada “vivo en la incertidumbre de no saber nada de él, pero si sé que se lo llevaron los militares” su rostro evidencia más que tristeza. “Él salió de arreglar su moto, él era albañil, no tuvo amenazas, pero en mi casa rondaban las camionetas, levanté reporte, me dijeron que me iban a vigilar, pero nada funcionó, así se lo llevaron…”
“Me da tristeza mi país, me da tristeza y coraje que cada vez hay más desapariciones, y por eso ando aquí en la lucha y en la búsqueda…”
«Tengo la esperanza…” dice mientras levanta en sus manos la fotografía de su hijo y seca sus lágrimas… ella avanza, esperando ser escuchada…
No hubo problema para llegar al Palacio de gobierno, donde la consigna iba contra el gobierno. De ahí el pequeño río de personas continuaba hasta avanzando sin regreso.
Decenas de manifestantes postrados en las banquetas y en las alas de la marcha recibían a quienes iban al sobre la Avenida Madero. Alentaban los gritos, tocaban música.
A pesar de hacer el recorrido relativamente rápido, al llegar habían terminado los discursos, ya estaba todo dicho. Vi las imágenes de la del eterno dolor que ardía en las entrañas de las madres, de las mujeres que se sienten vacías, que se sienten a la mitad, pero que ese mismo dolor, dicen, las hace continuar la búsqueda hasta el final.
No hay dolor más grande, que el de una mujer que ha tenido la fortuna de ser madre, y de pronto la vida, el gobierno, los militares o quién sea, se los arrebata…