Morelia/Paco Durón
Pasaban de las 9 de la mañana cuando el alcalde Alfonso Martínez llego al punto de encuentro, la calzada Fray Antonio de San Miguel, durante unos minutos platicó con la secretaria de turismo de Morelia, Thelma Aquique, y con un par de jóvenes, quienes le pidieron tomarse una foto.
Los medios como siempre ante las prisas solicitaron primeramente la entrevista antes de comenzar con el recorrido por los distintos puntos donde se encontraban colocando las tumbas y ofrendas.
Ya todos listo el presidente les refirió “pero con la condición de que se queden todo el recorrido” a lo que todos contestaron en coro con sí.
Ya terminada la charla, en donde el mismo Alfonso Martínez quien leyó un texto con las actividades que se tienen preparadas en los distintos puntos de la capital y con los cuales se espera sorprender a los morelianos pero sobre todo a los Turistas.
Y comenzó el recorrido por la calzada Fray Antonio de San Miguel donde se encuentra una exposición con distintas y coloridas calaveras, luego se recorrió el Jardín de Villalongín y las Tarascas.
Siguiendo el recorrido a pie se llegó hasta el Jardín héroes de 1847 donde los participantes se mostraron más concentrados en sus altares y tumbas que en la presencia del alcalde, situación que no le impidió felicitarlos por tan buen trabajo realizado, eso sí a todos les decía “que padre les está quedando, felicidades”.
Ya al llegar a la plaza Valladolid se veía la ausencia de los medios pues al parecer hasta ahí les dio el tiempo para cubrir dicho evento donde solo un par de medios seguían el recorrido.
Alcázar platicaba con los encargados de los altares, donde cada participante trataba de explicarle la temática y el origen de cada diseño de cada altar.
Fue entonces que un perro negro hizo presencia en el lugar, el amigo canino recorría tranquilamente la plaza, sin darse cuenta que a su paso terminó caminando sobre un par de tumbas.
Los participantes comenzaron a seguir al cachorro quien rápidamente corrió tras su dueña, como si el perro entendiera la necesidad de esconderse de sus perseguidores públicos.
Una vez pasado el incidente el presidente pidió seguir hasta el último punto del recorrido la cerrada de San Agustín.