Michoacán, líder en flor de cempasúchil

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Morelia/Redacción

Michoacán, Puebla, Guerrero, Estado de México, Oaxaca y San Luis Potosí, aportan el 94.2% de la flor de cempasúchil que se produce en el país con más de 2.1 millones de plantas.

Lo anterior fue informado por el Secretario de Desarrollo Rural y Agroalimentario (SEDRUA), Francisco Huergo Maurin, quien detalló que en los municipios de Copándaro y Tarímbaro cultivan la flor de cempasúchil y mano de león, con una producción estimada para este año de 288 mil 140 manojos de cempasúchil y 66 mil manojos de pata de león.

Mientras que en los municipios de Tuxpan, Jungapeo, Irimbo y Zitácuaro, se produce la flor conocida como nube y gladiola en una cantidad de 639 mil 699 manojos, de ellas 397 mil 699 son de gladiola y 242 mil de flor de nube.

Por lo anterior podríamos asegurar con certeza, que en esta temporada de festejos del tradicional de “Día de Muertos”, se comercializarán poco más de 993 mil 839 manojos de flores, tan sólo de cempasúchil, pata de león, nube y gladiola.

Huergo Maurin explico que la “Noche de Muertos en Michoacán”, tiene una especial relevancia, no sólo por el aspecto cultural y turístico, sino porque aquí en la entidad se producen los cuatro tipos de flores que se vinculan con este ritual tradicional mexicano.

Reitero que en los municipios de Copándaro y Tarímbaro se cultivan 55 hectáreas de Cempasúchil que arrojan una producción de 288 mil 140 manojos; en tanto que de la Mano de León, se cultiva esta flor sólo en el municipio de Copándaro en una superficie de 20 hectáreas que arrojan una producción de 66 mil manojos.

El titular de la Sedrua, manifestó que la flor de cempasúchil es un elemento fundamental en la ofrenda y las celebraciones de Día de Muertos, sobre todo para los difuntos adultos (para los niños se usan las gladiolas, el alhelí y la nube), pues en muchos lugares de México sus pétalos sirven para formar un camino que guíe al difunto del panteón a la ofrenda y viceversa.

La flor completa, se usa para adornar y dar un toque de color a las ofrendas y tumbas, además de formarse cruces que dan el toque espiritual.

Esta flor casi no se cultiva, dada la facilidad con que se da en baldíos y en las orillas de los caminos, se cuenta que antiguamente había un encargado por familia de sembrar a la orilla de su parcela una pequeña franja de esta flor en el mes de julio (requiere 4 meses), con la finalidad de repartirlo a sus familiares para que fueran a ofrendarlo a sus difuntos para los días de muertos.

En un tono más mundano, el cempasúchil tiene otros usos pues ha sido aprovechada para fabricar tintes naturales, insecticidas y medicamentos, aplicaciones surgidas del vasto conocimiento de la medicina tradicional indígena y que ha quedado plasmada en diversas fuentes:

Estas plantas solían ser abundantes en la región central del país desde épocas prehispánicas, se han colocado en las ofrendas de varias generaciones de mexicanos.

Sus pétalos y colores son especialmente distintivos del culto a los muertos en el país. La flor de muertos por excelencia, se sabe, es el cempasúchil, con nombre científico: ‘Tagetes erecta’, pero con denominación popular que viene de la palabra en náhuatl ‘cempohualxochitl’, que podría traducirse como: ‘veinte flores’ o ‘de los cuatrocientos pétalos’.

El color amarillo que presenta evoca al Sol, que en la tradición azteca, se dice, guiaba las almas de los difuntos.

Finalmente Huergo Maurin destacó que los antepasados, conocedores de la herbolaria, también utilizaban el cempasúchil de forma medicinal, para aliviar cólicos y combatir parásitos intestinales. Además de que puede emplearse también, como abono orgánico que combate las plagas de otros cultivos, especialmente la que ataca al tomate.