Morelia/Samuel Ponce Morales
El párroco Salvador Francisco Domínguez no solamente logró burlar durante 15 años a su feligresía llevando doble vida. También engañó a las autoridades electorales.
Con el nacimiento de su hija el 26 de enero del 2001, el sacerdote michoacano tramitó una nueva identidad ante el Instituto Federal Electoral (IFE), hoy Instituto Nacional Electoral (INE) proporcionando datos falsos.
Para el 29 de septiembre de ese año, el IFE le entregó su credencial para votar a nombre de Jorge García Calderón, como se hizo llamar ante quienes lo conocieron como esposo y no como religioso.
Con esa identidad registró a su hija en Tarímbaro, Michoacán, el 21 de enero del 2002, de acuerdo a una investigación del diario Reforma.
También con su nombre falso bautizó a la niña en una ceremonia realizada en la parroquia del Sagrado Corazón de Jesús, en Irapuato, de acuerdo con el libro 16 que obra en la Notaría Parroquial de esa localidad.
El sacerdote incurrió en un delito federal al tramitar su credencial con una identidad falsa, y de acuerdo con el Código Penal, debía ser sancionado hasta con siete años de cárcel. Lo que nunca ocurrió.
Los padrinos de la niña fueron Rogelio Retana y María de Lourdes Peña, una humilde pareja que descubrieron la verdadera identidad de su compadre hasta varios años después.
«Él decía que era ingeniero, que trabajaba en la industria de Salamanca. Estaba todo normal, pero luego yo fui notando cosas, yo sospechaba que (el compadre) tenía otra mujer. Nos tenía engañados porque nunca nos explicaron qué era», llegó a decir la comadre, quien sigue radicando en Irapuato.
-¿En qué momento se enteran ustedes de que su compadre no era Jorge García Calderón, sino el sacerdote Salvador Francisco Domínguez?
«Hasta que ya la comadre, más bien su mamá de ella, nos dijo. Mi esposo no lo podía creer, la verdad es que no lo podíamos creer. (Actualmente) el compadre ya ni me habla, no sabemos ni dónde anda, se rompió la relación. Que Dios lo perdone», dijo en 2005 la mujer.
Quienes convivieron de cerca con la pareja en Irapuato, conocieron al sacerdote Salvador como Jorge García Calderón.
Hermelinda Ceja Canela, maestra de inglés, era su vecina.
«Era gente muy introvertida, muy separada de los demás, sobre todo el señor; él era más serio. Nos preguntábamos por qué el señor no vivía aquí, por qué venía de vez en cuando. Llegamos a pensar que el señor era casado y que tenía otra familia, es lo que pensábamos los vecinos», comentó la profesora.
La familia que el cura formó en secreto, clamó por años justicia ante las autoridades eclesiásticas sin hallar respuesta.
La esposa lo acusó de quedarse con todos los bienes aprovechándose de su enfermedad, incluyendo dos inmuebles y dos vehículos.
En octubre de 2004 se encontraron en la parroquia del Santo Niño de la Salud, en Morelia. El encuentro fue mediado por el entonces Obispo Auxiliar, Francisco Moreno Barrón, pero sólo consiguió la promesa de recibir una pensión.
El párroco le daría 2 mil pesos al mes, pero tampoco cumplió.