Morelia, Mich. | Asaid Castro/ACG.- Las primeras notas llegan desde la distancia. Una guitarra rasguea acordes, una flauta de bambú suelta un aliento melódico y un pandero marca el ritmo con precisión. Al acercarse, la escena desconcierta y maravilla: un hombre carga una guitarra en las manos, una flauta sujeta al cuello a la par de un micrófono, un bombo a la espalda, platillos, y demás instrumentos, todos respondiendo a cada uno de sus movimientos.
Es José Antonio Calderón, un hombre orquesta que ha convertido las calles de Morelia en su escenario. Llegó hace cuatro días, de paso, para compartir su música, he intentar asombrar a quienes transitan por el centro de la ciudad.
Originario de la Ciudad de México, ha recorrido distintos rincones del país con su espectáculo. Más que un artista urbano, se asume como un defensor del acceso a la música.
Y, desde pequeño…
“Desde niño veía que era muy caro aprender a tocar un instrumento, pero salimos a la calle para acercar la música a la gente, a los niños que a veces no tienen chance”, dice, recordando que su amor por la música creció entre la creatividad y la necesidad.
Lo que comenzó con una guitarra y su voz se convirtió en un ensamble de sonidos diseñados por él mismo. No se trata solo de cargar instrumentos al cuerpo, sino de un sistema construido con precisión, pensado para que cada elemento responda en el momento exacto.
Desde su espalda hasta sus pies, un juego de cables conecta mecanismos que activan bombos y platillos con cada paso o movimiento. Y, en medio de la sincronía, está Lily, su compañera en este viaje sonoro, quien con su pandero marca profundidad y otro toque a la interpretación.
Los 7 magníficos
Hoy son siete los instrumentos que coordina con precisión, más su voz; mueve los pies, rasguea la guitarra, sopla la flauta, golpea el bombo, hace chocar los platillos. Cada extremidad tiene una tarea y todas parecen responder a un impulso natural.
“No es difícil”, dice con una sonrisa mientras ajusta los mecanismos. “Con el tiempo, los movimientos se vuelven automáticos, como cuando aprendes a caminar”. Sin embargo, lograr esa coordinación tomó años de ensayo y ajustes constantes.
José Antonio no es ajeno a Morelia, pero esta es la primera vez que llega con todo su equipo a espaldas, literalmete.
Las monedas de a veces
“Aquí hay muchos músicos”, comenta, “y eso me motivó a traer el show completo”. Su presencia en las calles no pasa desapercibida, pero tampoco ha sido del todo fácil. Aunque la regulación del centro histórico es estricta, ha encontrado momentos y espacios donde puede tocar sin problemas, siempre atento a las restricciones del volumen y la mirada de los inspectores municipales.
“La gente se sorprende, se acerca, a veces me dan una moneda por lo que hago, a veces solo miran, pero todo es bien recibido”, dice mientras afina su guitarra. A unos metros de la Plaza Valladolid, se prepara para una nueva interpretación. Lily levanta el pandero, él acomoda los cables en sus pies. La función está por comenzar.