Michoacanas a la calles, contra la violencia y desigualdad

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Morelia, Mich. | Félix Madrigal/ACG.- La violencia y discriminación en el ámbito laboral siguen siendo una realidad para muchas mujeres en México. Desde los micromachismos hasta el acoso, el entorno laboral es aún un espacio donde las mujeres enfrentan obstáculos que limitan su desarrollo profesional y afectan su bienestar. A pesar de esto, muchas veces el miedo a represalias o la normalización de estas conductas impide que se denuncien.

Adilene, Candy y Jimena han vivido en carne propia estas situaciones y comparten sus experiencias, además de las razones por las que este 8 de marzo alzarán la voz en la marcha conmemorativa del Día Internacional de la Mujer.

Acoso disfrazado de “amabilidad”

Adilene trabajó en un puesto de ropa dentro de un tianguis y asegura que, aunque su jefe tenía empleados de ambos sexos, su actitud con las mujeres era completamente distinta.

“Siempre se nos acercaba más, nos hacía bromas de mal gusto e invadía nuestro espacio personal. También con las clientas, buscaba abrazarlas sin su consentimiento. Era incómodo», relata.

Para ella, participar en la marcha del 8M es fundamental porque considera que la lucha por la igualdad y la equidad de género no debe detenerse. “Si nunca alzamos la voz, nunca habrá cambio. Se ha avanzado, pero aún queda mucho por hacer», enfatiza.

Desigualdad y acoso en el sector servicios

Candy, por su parte, ha trabajado en distintos sectores y asegura que en todos ha enfrentado situaciones de discriminación o acoso. Al desempeñarse como mesera, notó cómo el hecho de ser mujer la volvía más vulnerable a comentarios y actitudes invasivas.

“En bares y restaurantes, por el simple hecho de que hay bebidas alcohólicas, los clientes sienten que tienen derecho a faltarnos al respeto. Incluso mis propios compañeros decían ‘ve tú a atender esa mesa porque te irá mejor en propinas'», explica.

En su actual trabajo, también ha sido víctima de estereotipos que refuerzan la desigualdad laboral. «He escuchado muchas veces ‘este trabajo es para hombres’ o ‘las mujeres no saben acomodar las cosas’. Son comentarios que parecen pequeños, pero que reflejan una mentalidad que nos limita» añade.

Para ella, el 8M es un día de lucha y reflexión. «Representa la oportunidad de darnos cuenta de que no estamos solas. Cada año el impacto del movimiento es mayor, y hay mujeres que antes lo veían con escepticismo, pero tras vivir situaciones de acoso entienden por qué es necesario salir a marchar».

El peligro de ser mujer en cualquier espacio

Jimena también ha enfrentado acoso y discriminación laboral, especialmente en trabajos donde el contacto con clientes o el desplazamiento a comunidades es parte de la rutina.

“Trabajé como mesera y nunca faltaba el cliente que decía ‘te voy a sacar de mesera’. Piensan que porque te dan una propina pueden ordenarte lo que sea. En mi trabajo actual, en campo, me ha tocado escuchar ‘este no es un trabajo para mujeres’ o comentarios despectivos sobre nuestras».

Pero no solo es cuestión de comentarios. Relata que una de sus compañeras sufrió acoso en el trayecto de regreso a la ciudad después de una jornada laboral. «Nos bajamos de la unidad y ella quedó sola. Un sujeto aprovechó para acosarla. Para los jefes, eso ya no es su problema porque técnicamente ya ‘salimos del horario de trabajo’, pero sí lo es. No debería pasar y es algo que muchas enfrentamos» explica.

Jimena considera que la sororidad es clave para cambiar la situación de las mujeres. «No todas tenemos que ser amigas, pero la empatía es básica. A nadie le gustaría que algo así le pasara a una persona que quiere, y si nos unimos podemos hacer una diferencia».

Por eso, este 8M también estará presente en la marcha. «Todas tenemos historias, en el ámbito laboral, educativo o en la vida cotidiana. Si preguntas a cualquier mujer si ha sufrido acoso o discriminación, la respuesta casi siempre será sí. Eso es lo que debemos cambiar».

El 8M: una lucha que sigue

Los testimonios de Adilene, Candy y Jimena son solo algunos ejemplos de las múltiples formas en que la violencia y la desigualdad siguen afectando a las mujeres en México. La marcha del 8M no es solo una manifestación, sino un recordatorio de que la lucha sigue, de que aún hay mucho por cambiar y de que, juntas, las mujeres pueden construir un mundo más justo.