Morelia/Francisco Durón
Desde primeras horas de la mañana cientos de jóvenes hicieron fila y realizaron trámites para poder presentar su examen de ingreso a la Máxima Casa de Estudios.
Las calles se encontraban llenas ante la interminable fila de jóvenes, los carros reducían su velocidad y circulaban a paso demasiado lento.
Los familiares y amigos de los esperanzados jóvenes, permanecían a las afueras de la Universidad, y a su manera les brindaban respaldo desde el otro lado de la calle.
Ni la amenaza de lluvia, ni el frio o el hambre impidió que los jóvenes permanecieran en la interminable fila.
Una vez ingresado el primer filtro de revisión los jóvenes entregaban su documentación y dejaban cualquier otra cosa que trajeran y que no fuera necesaria para el examen.
En una esquina se apreciaban un ciento de mochilas y objetos que los aspirantes universitarios tenían que dejar para poder continuar.
Sin embargo, la buena organización por parte de las autoridades universitarias propiciaba la seguridad en dejarlas al resguardo de los organizadores.
Los anfitriones trabajaban a prisa, pero en completa sincronía, se podía observar la constate comunicación y alerta ante cualquier movimiento que pudiera resultar diferente a lo programado.
Los jóvenes seguían avanzando y unos metros antes de la entra al gimnasio de uso múltiples, un segundo filtro de revisión de documentos los recibía.
Una vez que se lograba pasar el filtro los jóvenes comenzaban a correr en busca de la puerta asignada para cada uno.
Se podía escuchar los gritos entre los jóvenes “oye ¿sabes dónde es la puerta 4?”, “y tú ¿qué puerta estas buscando?” “yo nunca había entrado aquí”.
Ya en el recinto los estudiantes escuchaban con mucha atención las ultimas indicaciones antes de que comenzaran con lo que sería una de los exámenes más importantes hasta el momento en su vida.
Mientras esto ocurría adentro de las instalaciones de Ciudad Universitaria, era al otro lado de la calle seguían los acompañantes, algunos cansados, otros aburridos, otros resignados a la espera, pero con la fe en lo alto.