Desestructurar la educación superior con Claudia Sheinbaum | David Daniel Romero Robles

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-El analista es director en la Universidad Intercultural Indígena de Michoacán.

Las discusiones sobre los modelos educativos en México y el continente americano son permanentes, algunas décadas con mayor fuerza que otras, lo cual no es casualidad.

Esas discusiones se intensifican en momentos políticos, económicos y culturales donde se enfrentan distintas visiones ideológicas.

Después de seis años de un gobierno de izquierda, en México se ha hablado discursivamente de desestructurar el modelo neoliberal.

No solo desestructurar desde las academias y espacios comunitarios, sino también desde el Estado-nación a través de sus instituciones, incluidas las del poder ejecutivo federal, estatal, municipal y nuestros gobiernos comunales.

Sin embargo, estas posturas poco se han traducido en una congruencia entre el decir y el hacer para constituir una sociedad pluricultural que refleje nuestra identidad nacional, además de nuestra visión del mundo que nos rodea.

Hoy en día, los postulados educativos en nuestro país siguen siendo orientados por organismos internacionales, como es el caso de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), y están articulados con el modelo económico vigente y hegemónico en el mundo.

Estos postulados están estructurados en los contenidos de los planes y programas de estudio que afectan a casi 3 millones de estudiantes, según la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior (ANUIES).

Además, se suma la estrategia de reconocimiento a los investigadores basada en estándares de producción científica, subordinados a estímulos económicos.

López señala que «el rol del trabajo intelectual y material de muchos docentes-investigadores se ve silenciado, mientras que otros lucran económicamente.

En efecto, muchos son estimulados a publicar mediante incentivos económicos o académicos; aquellos que no lo hacen, corren el riesgo de ser penalizados o despedidos, o en otros casos, estigmatizados o apartados por quienes sí publican» (López, 2023:21).

Esta situación no es exclusiva de la ANUIES, también se refleja en la Asociación Nacional de Universidades Interculturales (ANUI) de México.

Las instituciones de educación superior, en muchos casos, dependen de los recursos asignados por el ejecutivo federal o estatal, lo que se traduce en que están sujetas a las reglas de operación que los superiores jerárquicos establezcan para la ejecución del presupuesto.

Este escenario no es casualidad; tiene raíces filosóficas y epistemológicas milenarias que se han consolidado a lo largo de la historia de la humanidad en distintos contextos geográficos, con efectos contraproducentes para nuestro sistema educativo.

Los egresados de nuestras instituciones no solo están descontextualizados de la realidad laboral, sino que su formación es cada vez más limitada frente a las necesidades actuales.

Además, un número considerable de docentes e investigadores cuestionan discursivamente las estructuras institucionales y su verticalidad, pero en la práctica buscan mayores ingresos económicos, lo que revela sus contradicciones formativas e ideológicas.

Pareciera que el objetivo de vida se ha reducido a la acumulación material, replicando en la práctica pedagógica el autoritarismo, mediante estándares de evaluación descontextualizados de los programas académicos y territoriales.

Desde lo institucional, tanto a nivel federal como estatal, y en las estructuras que conforman estas instancias (servidores públicos, directivos, docentes, administrativos y estudiantes), se ha hecho poco o nada por transformar la educación superior. Como señala López (2023:26):

“Es curiosa la correlación que puede haber entre las agendas académicas hegemónicas y la toma de decisiones por parte de los estados, universidades, empresas y la sociedad”.

No es lo mismo hablar de cambio climático desde una universidad pública periférica que desde una universidad privada de renombre.

No es lo mismo un docente-investigador con legitimidad académica que impone un discurso que se convierte en parte de la agenda pública y política, que uno que intenta impulsar una problemática estructural desde una región particular y con menor reconocimiento».

En los pueblos originarios de Michoacán también ha existido una preocupación por el tema educativo en distintos niveles.

Con la creación de los Concejos de Gobierno Comunal, se ha integrado un Concejo de Educación como parte de la estructura de gobierno, con el objetivo de establecer estrategias colectivas que permitan desestructurar la visión vertical occidental y promover la interculturalidad.

Sin embargo, las propuestas discutidas legítimamente en las asambleas, con una participación abierta y sin exclusiones, no se han concretado del todo.

En las instituciones de educación básica y media superior no existe consenso sobre la pedagogía a emplear, y en cuanto a la educación superior, no se ha replanteado su impacto dentro de las comunidades.

Es necesario ser subversivos, tal como plantea Quijano (2023:234):

«La subversión, ya sea de un patrón global de poder o de sus expresiones, de imágenes y símbolos, o de los patrones de conocimiento y de producción de conocimiento, nunca produce por sí sola otros patrones alternativos, a menos que sea exitosa, continuada y duradera en el tiempo”.

“Es solo un paso en esa dirección. Sin subversión, no es posible que se produzca ninguna alternativa, y mucho menos que ésta sea victoriosa y se consolide como una nueva hegemonía».

La tarea colectiva debe enfocarse en la situación actual de la educación en nuestros territorios y en nuestra nación, con una visión a mediano y largo plazo, y en su relación con la globalización y la política exterior.

Este ejercicio es, en última instancia, una lucha de poder, por lo que debemos ser subversivos.

Referencias López Guzmán, Jorge Alberto (2023). Hegemonía del conocimiento académico: entre silenciamientos y borramientos.

Revista Latinoamericana de Educación y Estudios Interculturales, N° 2. Quijano, Aníbal (1998). Colonialidad del poder, cultura y conocimiento en América Latina. Revista Ecuador Debate, N°44.