Maternidad y literatura, la visión no romantizada de Adriana Ayala

(Imágenes: Cayetano Mac)
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Morelia, Mich. | Acueducto Noticias/Cayetano Mac.- Adriana Ayala descubrió su pasión por la lectura desde muy pequeña, encontrando en los libros de Julio Verne una fuente de aventuras y viajes imaginarios que la inspiraron profundamente. Con el tiempo, esa fascinación la condujo hacia la escritura, una carrera que ha sabido abrazar con paciencia y perseverancia.

“Mira, yo creo que si eres escritora, eres lectora”, comentaba en una de sus intervenciones de preguntas y respuestas como parte de la Feria Internacional del Libro de Morelia, a una joven. “No consigo a alguien que escriba sin haber leído mucho, sin que le encante leer. Si eres buena lectora, vas a ser buena escritora”, añadía con una convicción que ha guiado su proceso creativo.

A lo largo de su carrera, Adriana ha explorado temas intensos y humanos, como la maternidad desde una perspectiva no romantizada. En su novela Si me tiro al vacío, aborda el tema de las relaciones familiares de manera cruda y honesta, mostrando cómo las decisiones de los personajes, enfrentados a situaciones límite, están siempre ligadas a su origen.

“La maternidad está muy romantizada”, señala. “Todos los orígenes conducen a la madre, y casi todos los problemas también”, reflexiona, describiendo cómo sus personajes buscan resolver conflictos personales enfrentando a sus progenitoras.

Su debut como novelista llegó con La historia de una madre adolescente, una obra inspirada en sus propios escritos de juventud. Durante su primer embarazo, escribió un diario que eventualmente se convirtió en el material base para su primera novela.

No obstante, Adriana reconoce que el camino del escritor es arduo. “Al final del día, somos muchos los escritores, muchos más de los que imaginamos, y cada vez hay menos lectores”, decía con cierta melancolía.

Para ella, escribir no se trata de buscar únicamente la publicación, sino de continuar el oficio con pasión. Recuerda con gratitud las palabras de una de sus maestras: “Un escritor no es el que es publicado, es el que sigue escribiendo aunque no lo publiquen.”

Hoy en día, Adriana está inmersa en varios proyectos, incluyendo cuentos sobre problemáticas infantiles y una obra autobiográfica que gira en torno al fallecimiento de su hermana. Es un tema, explica, que ha necesitado abordar con cuidado y tiempo.

Para ella, la escritura es un proceso metódico, donde las historias deben estar bien estructuradas antes de ser desarrolladas. Sin embargo, no todo es disciplina. Adriana también encuentra en la observación de lo cotidiano una gran fuente de inspiración. Desde paseos por la ciudad hasta asistir a conciertos, “los escritores somos muy observadores”, asegura.

La conversación sobre la publicación en redes y la difusión de sus obras también es reveladora. Adriana confiesa que en un principio era reticente a compartir su trabajo en estos espacios, preocupada por “quemar” sus ideas. Sin embargo, con el tiempo ha llegado a valorar estas plataformas: “Al final del día, ¿para qué escribe uno? Uno quiere un lector, y que no sea solo uno mismo.”

Para ella, la clave está en seguir escribiendo, sin importar los obstáculos: “Esta es una carrera de largo aliento, de mucha paciencia, de tolerancia a la frustración”, dice, reflexionando sobre las negativas que todo escritor enfrenta en algún momento.