Roberto, el jazzista cubano auto exiliado en Morelia

Imagen Cayetano Mac/Acueducto
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Morelia, Mich. | Acueducto Noticias/Cayetano Mac.- Roberto Vizcaíno Guillot es un hombre que lleva el ritmo en la sangre.

Desde muy pequeño, en su casa de La Habana, Cuba, ya dejaba su marca, aunque no de la manera más convencional.

Rompiendo la loza de mamá

“Me la pasaba rompiendo toda la loza de mi mamá”, recuerda riendo, haciendo alusión a su inquietud por la percusión.

Esa chispa infantil que lo empujaba a golpear cualquier superficie no se apagó, sino que lo llevó a los conservatorios más prestigiosos de su país, como el Alejandro García Caturla y el Instituto Superior de Arte de La Habana.

Al North Sea Jazz Festival

Su primer gran paso lo dio al graduarse y comenzar su carrera profesional junto a Gonzalo Rubalcaba, un reconocido pianista cubano.

“Nosotros no habíamos salido antes de Cuba como grupo”, dice Vizcaíno, “pero nuestra primera presentación fue en el North Sea Jazz Festival de Holanda, uno de los mejores festivales de jazz del mundo”.

Desde ese momento, el mundo se convirtió en su escenario. Recorrió Europa y América, llevando el jazz latino a los escenarios más prestigiosos, pero el viaje no siempre fue fácil.

“Dejar a la familia y estar de gira por dos o tres meses… se extraña, pero es lo de uno”, reflexiona con nostalgia.

El Grammy de Chucho Valdés

El talento de Roberto lo llevó a trabajar junto a gigantes de la música como Chucho Valdés, con quien grabó tres discos. “El primero fue nominado a un Grammy, el segundo también, pero el tercero, que grabamos en Nueva York, fue el que ganó el Grammy en el año 2000”.

El orgullo en su voz es palpable cuando menciona este logro, describiendo el Grammy como “lo más grande que uno puede recibir como músico”.

Su arribo a Morelia

Hoy, después de tantos años viajando por el mundo, Roberto se ha establecido en Morelia, México, donde es profesor de percusión en el Conservatorio de las Rosas.

A pesar de los 22 años que lleva impartiendo clases, su espíritu aventurero sigue intacto. Efusivo, cuenta que cumplió uno de sus sueños pendientes: visitar Brasil, un país que considera como un “crisol de cultura afro”.

Ese viaje a Bahía lo marcó profundamente, recordándole las raíces africanas que también forman parte de la esencia de su música.

La orgullosa herencia

“El jazz te da la capacidad de expresarte, de improvisar”, afirma Vizcaíno a la pregunta de por qué eligió este género. Y es que, para él, el jazz es más que música; es libertad, creatividad y una oportunidad infinita de crecimiento.

Pero quizás lo que más lo llena de orgullo no son sus logros personales, sino el legado que ha dejado en sus hijos. “Todos mis hijos son artistas”, dice con una sonrisa.

Su hija mayor es cantante y pianista, su hijo menor toca con Chucho Valdés, y su hija menor se dedica al teatro.

“La música cubana es innata en uno”, concluye, sabiendo que, aunque los caminos cambien, el arte y el ritmo siempre estarán en su familia.