Símbolo de esperanza y fe, la corona del Señor del Rescate

El ritual atrae tanto a locales como a turistas. Los fieles se arrodillan frente a la imagen del Señor del Rescate mientras Isalia coloca la corona sobre la cabeza del bendecido con una mano y agita una campana al mismo tiempo con la otra, acompañando el acto con plegarias fervientes.

(Foto | Asaid Castro/ACG)
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Morelia, Mich. | Asaid Castro/ACG.- Entre la zona lacustre de Michoacán, se encuentra Tzintzuntzan, un pintoresco pueblo con tradiciones mezcladas, entre lo purépecha y lo católico, que alberga el templo de San Francisco de Asís, hogar de la venerada imagen del Señor del Rescate.

Este lugar es el epicentro de un ritual que ha ganado notoriedad para quienes, con fe, llegan a recibir la bendición de la «Corona del Señor del Rescate», una actividad por demás curiosa para el ojo común y milagrosa para el ojo devoto.

Los pobladores explican que la imagen del Señor del Rescate data del siglo XVII o XVIII y está envuelta en leyendas de milagros. Se dice que durante un brote de viruela que devastó la región, donde la muerte recorría el empedrado del pueblo, la intervención divina de esta imagen erradicó la enfermedad, salvando al pueblo indígena.

«El Señor rescató a nuestro pueblo de la peste de la viruela en el siglo XVII», relata Isalia Pérez, la fiel custodia de una corona dorada, guardada celosamente por el templo franciscano. Al igual que la figura del Santísimo en la religión católica, esta corona es un objeto sacro utilizado para bendecir a quienes lo deseen.

El ritual atrae tanto a locales como a turistas. Los fieles se arrodillan frente a la imagen del Señor del Rescate mientras Isalia coloca la corona sobre la cabeza del bendecido con una mano y agita una campana al mismo tiempo con la otra, acompañando el acto con plegarias fervientes.

«Clamo a ti, Señor. Señor, escucha mi oración. Que estén atentos tus oídos a mi voz suplicante…», reza Isalia, con los ojos cerrados y de pie junto a quien se arrodilla, intentando infundir esperanza y fe en quienes buscan la bendición para evitar o sanar alguna enfermedad.

Este ritual ha cobrado especial relevancia en los últimos años, todo indicando haber resurgido con fuerza durante la pandemia de COVID-19.

Esta bendición se ha venido realizando desde hace cuatro años, según lo que nos cuenta Isela, comenzando al inicio de la pandemia. «Ya lo viste tú, es algo sobrenatural el calor que sienten las personas cuando se les pone la coronita, es algo para bendecir», explica Isalia, frente a la imagen del nazareno maniatado por soldados romanos, con su madre al pie, en su propio martirio.

En sí, la bendición es gratuita, aunque no se desprecian las limosnas, pues la canasta donde reposa la corona se ve adornada desde moneditas de 10 pesos hasta billetes de 200 que dejan los fieles en su visita.