Tatsuni, doña Gloria y el telar de cintura 

Imagen Zayda Solís/Acueducto
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Texto e imágenes Zayda Solís.

Morelia, Mich.| Acueducto Noticias.- En el mundo de hoy, son pocas las personas que todavía se dedican a elaborar rebozos desde cero, es decir, en telar de cintura. 

La señora María Gloria Serafín Felipe, de 59 años, originaria de Turícuaro, se dedica a hacer textiles desde los 14 años, aprendió observando a sus padres, mientras su mamá trabajaba en el telar de cintura haciendo lienzos angostos con hilo de algodón, su padre  en el telar de pedal con hilo de lana elaboraba gabanes para los hombres. 

Actualmente la maestra artesana es parte de Tatsuni, una cooperativa artesanal integrada por mujeres tejedoras de Turicuaro y mujeres de Morelia y otras comunidades que se dedican a preservar la técnica del telar de cintura, emplean tintes naturales, y diseños diferentes para llegar a un mercado más amplio con una lógica de comercio consiente donde todas las participantes reciben un pago justo por su trabajo. 

“Aprendí detrás de mi mamá y mi papá hacía gabanes y yo ayudaba ahí.Mi papá trabajaba lana, hacía gabanes, bolsas y yo ahí aprendí y luego viendo a mi mamá apoyaba pues también, ella se dedicaba a hacer puras fajas que nosotros ponemos encima de un fondo  grueso, ella hacía de eso y ya pues aprendí allí.  De 14 años aprendí”. 

La historia de los textiles en Michoacán es larga, incluso anterior a la llegada de los españoles, las mujeres indígenas por siglos han confeccionado telas con hilos de algodón para su propia vestimenta como rebozos, huanengos, faldas, etc..

LA GRAN HERENCIA MATERNAL

La señora Gloria también aprendió a hacer el hilo de lana, de hecho su madre le heredó las herramientas para hacerlo, aunque hoy en día ya casi no se usa porque para los rebozos se emplea hilo de poliéster, “[el hilo] lo hacen con el torcedor, mi mamá dejó de eso, me regaló de esos que son para la lana, [además] tengo unos como para peinar la lana. Sí, eso sí tengo todavía,  pero ahorita trabajo el algodón y de poliéster,  ya ahorita lo dejé un poquito de lana, pero sí”. 

Por ello resulta interesante reconocer el trabajo de las mujeres indígenas  artesanas tejedoras que en pleno siglo XXI siguen con una tradición de raíces profundas.

La señora Gloria de aspecto jovial, porta  la indumentaria tradicional de su comunidad,  es maestra en el uso del telar de cintura, durante su  infancia aprendió a tejer con esta técnica prehispánica que consiste en colocar la urdimbre (hilos) sujetos al tronco de un árbol y a la cintura de la tejedora: 
“Es cansado porque tienes que sentarte todo el día, hay que amarrar acá en un árbol y son de 80 o de 75 y largo de 2m y medio y sí pues cansado para todo el día”. 
Se requieren dos días para tejer un rebozo que mide 75 cm de ancho y 2 m de largo, “de ancho de 75 cm, de largo  2m para un rebozo, pero también hago de 5 m, veces me piden de 5 m que son largos y hay que hacer como de 6 m porque se encoge cuando ya está tejido. Como yo aprendí de chiquilla yo hago en dos días, trabajando todo el día”. 
“Lo  dejo un ratito  para preparar la comida y así, y un ratito ya,  y siguiente día otra vez descanso,  no todo el día,  unos como 4 o 5 horas y siguiente día. En dos días termino un rebozo”. 

EL LE HUBIERA GUSTADO

La señora Gloria tiene tres hijas y tres hijos, dos de sus hijas aprendieron la técnica del telar de cintura y continúan trabajando la elaboración de rebozos. A pesar de que puede ser un trabajo cansado, asegura que elaborar textiles le gusta porque es relajante, “se te olvida cuando tienes un problema”. 

“Sirve como para pensar, como yo traigo presión alta,  pero no me siento mal. Hay  veces que pues un poquito cansada, pero casi no siento que estoy enferma porque estar trabajando piensas cuántas horas vas a trabajar, porque nosotros, yo mido por cuartas,  no por metro. [Entonces piensas] cuántas cuartas voy a hacer, tanto voy a hacer ahora, y mañana otra vez, y así y no pensar en enfermedades”.

Anteriormente era difícil que las mujeres tuvieran acceso a la escuela, por falta de recursos se le daba prioridad a los hombres de la casa, doña Gloria asegura que le hubiera gustado ser enfermera, pero en su casa la economía no permitió que pudiera ir a la escuela: 
“mi mamá no nos dejaba para ir a la escuela por eso no  sé leer, poquito nada más porque no nos dejaban, diciendo solo los hombres  van a la escuela,  las mujeres no,  las mujeres a la casa y no,  y  pues ayudaba ahí a mi mamá”. 
“Enfermería me gustaba mucho para enfermería, pero no nos dejaban  porque  mi papá no podía pagarnos el estudio”. 

Pese a las dificultades al interior del hogar, hoy la señora Gloria es maestra artesana y da clases en la Universidad Intercultural Indígena de Michoacán en Cananguio, Pichataro. Con orgullo menciona “voy a cumplir 8 años que doy clases  en Cananguio”. 

DÓNDE NO SALEN LAS MUJERES SOLAS

Aunque en su comunidad no es bien visto que las mujeres anden solas, su familia y esposo la apoyan para que siga fomentando la tradición del telar de cintura: “Allá en el pueblo todavía no es bien visto que una mujer salga sola, mi esposo me deja pues porque es mi trabajo también ahorita me levanté como a las 6 de la mañana para venir acá,  pero allá no salen mujeres así solas,  est difícil, está complicado”. 

Finalmente, asegura que entre sus alumnos, son los varones quienes muestran más interés por el telar de cintura. De todas maneras, con gusto enseña a quien tenga ganas de aprender porque no le gustaría que esta tradición se pierda. 
“Me gusta enseñar en mi pueblo a las muchachas que andan en la escuela,  me gustaría enseñarles para que no se pierda,  a mí no me gusta decir  voy a ganar tanto dinero. No,  yo sí tengo ganas de enseñar para que no se pierda porque es trabajo bonito y ahí gana un dinerito también”.