#ENTRELÍNEAS | Análisis
Si llegar a acuerdos entre dos, más se complica cuando es entre tres. Pero no es imposible cuando se identifica y reconoce con hechos la necesidad mutua.
Cuando se analiza el caso de la candidatura de Morelia, para la alcaldía y para sus diputaciones locales, específicamente la relativa a la alianza Fuerza y Corazón por México, o Michoacán, y observamos lo accidentado que ha sido, vemos sólo el papel o posturas de los partidos políticos.
Se nos va de largo mirar también a detalle la parte que corresponde a quien se perfila ya como el candidato para la reelección, que en este caso particular es Alfonso Martínez Alcázar.
Si vemos detenidamente él también tiene que ver con la forma en que se ha venido componiendo, o descomponiendo, la alianza para la siguiente contienda; más con el respaldo rotundo y absoluto de Marko Cortés, como dirigente nacional de Acción Nacional, quien también tiene “vela en el entierro”.
El mensaje que envían ambos actores es que creen que con la sola marca que significa Martínez Alcázar y lo que pueda sumar Acción Nacional, les será suficiente para garantizar el triunfo en Morelia.
En lo público Acción Nacional ha remarcado que Martínez Alcázar no es panista, por lo que no tendrían que pagar “cuota” en la negociación de otros espacios en las candidaturas en común todavía por definirse en el estado.
Y por otro lado el alcalde no sólo no aceptó que el PRI llevara la sindicatura, para que éste partido le acompañara, sino que al asumir el liderazgo del proyecto para Morelia, al parecer no logró sentar a la mesa los intereses de los tres partidos, soltando y cediendo un poco para fortalecer el proyecto particular.
Martínez Alcázar dijo en su momento que Morelia no era un pastel para repartir; pero justamente el no contemplar o ceder (o repartir) es lo que le está dejando paulatinamente solo, porque los partidos políticos actúan justo con una perspectiva lógica de también fortalecerse para no perder aparentemente ganando.
Por otro lado, Marko Cortés, al no ceder el distrito 17, ni con el PRI ni con el PRD, para aferrarse a llevar o postular a Carlos Quintana, quien no es competitivo por si solo, más allá de la competitividad que pudiera tener esa marca por si sola en ese distrito electoral, llevó a que hasta este momento se fragmentaran los aliados y se planteara la ruta alternativa para la contienda, con la consecuencia inmediata de no acompañar no sólo al PAN en esas diputaciones locales, sino tampoco a Martínez Alcázar para la alcaldía.
Exceso de confianza, soberbia, error de cálculo, ¿un poco de todo?; es decir, en conjunto, ambos actores, en apariencia, son los que han ido desmembrando la posibilidad de competir acompañadas todas las fuerzas de oposición. Pese a que se necesitan mutuamente, aunque me atrevería a decir que quien necesita más del acompañamiento es el alcalde en su ruta por la reelección.
¿O quizá haya excesos en las peticiones o planteamientos de los partidos renuentes a sumarse?, también es posible.
El PRI y el PRD, quienes se han separado del proyecto de la capital, cuando menos hasta ahora, necesitan fortalecer sus partidos, sus votaciones individuales; esto bajo una perspectiva de mediano plazo, no sólo en una perspectiva inmediata, que es la que le sirve al alcalde.
Al momento, y parece esto no cambiará, ni el PRI ni el PRD recularán en su postura de no acompañar en Morelia al PAN. Aparentemente se mantendrán firmes.
En un escenario donde la tendencia es prácticamente al empate técnico, de momento, con su más cercano adversario, el ceder para sumar resulta fundamental; cuando menos la lógica política inmediata así lo indicaría; aunque es factible que haya más elementos que aún no hayan salido a la luz para ser analizados. Los siguientes días serán fundamentales y definitivos. Los registros de las candidaturas locales, ante el IEM, comienzan a partir del 21 de marzo.