Morelia, Mich. | Acueducto Noticias/ Carlos Tapia.- En el horizonte del desierto de Nevada, el Allegiant Stadium se erige como un monumento imponente, destinado a ser testigo del enfrentamiento titánico entre los Kansas City Chiefs y los San Francisco 49ers en el Super Bowl LVIII. Este coloso arquitectónico, cuyo nacimiento se gestó entre las sombras del confinamiento por el covid-19, se ha convertido en el epicentro de la pasión deportiva en Las Vegas.
Inaugurado en julio de 2020, el Allegiant Stadium no solo alberga las hazañas de los Las Vegas Raiders de la NFL, sino que también brinda su escenario a los UNLV Rebels de la NCAA. Desde su primera respiración en un Monday Night Football en septiembre de 2020, enfrentando a los Raiders contra los New Orleans Saints, este estadio se ha forjado como un templo de emociones y rivalidades deportivas.
La gestación de este magnífico recinto deportivo comenzó en noviembre de 2017, con la colocación de la primera piedra. Un año antes, en octubre de 2016, el Senado y la Asamblea de Nevada dieron luz verde a esta obra maestra arquitectónica. El Allegiant Stadium, con un costo de construcción estimado en $1.8 millones de dólares, fue moldeado por la sinfonía de fondos públicos y privados, una colaboración emblemática que lo posiciona como un ícono de la ciudad del pecado.
El capítulo más intrigante de su historia se escribió en 2019, cuando Allegiant Air, una aerolínea de bajo costo, selló su nombre en la fachada del estadio. Este pacto, tejido durante la construcción, trasciende los cimientos físicos y se erige como un símbolo de la fusión entre deporte y aviación en el corazón de Las Vegas.
Así, el Allegiant Stadium se prepara para acoger la grandiosidad del Super Bowl LVIII, donde los sueños de los Chiefs y los 49ers se entrelazarán en una danza épica bajo el resplandor del desierto.