Crónica | ¡Cuidado con los cuernos!

(Imágenes: Jacqueline Espinoza/Acueducto Online)
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Morelia, Mich. | Acueducto Online/Jaqueline Espinoza.– Baile, música y euforia es lo que los sentidos de cada moreliano percibían durante el tradicional festival de los toritos de petate que en esta ocasión, en este sábado, llegó a la capital michoacana con más fuerza.


La cita para el arranque era a las 11 de la mañana, sin embargo, desde las 10:20, apenas despegando el sol y comenzando a subir las cortinas de los locales sobre la avenida Madero, ya eran visibles los espectadores postrados en las banquetas.


Algunos sobre el frio y duro cemento, otros más astutos, llevaron sillas pequeñas y banquitos para apreciar desde el mejor ángulo el desfile de más de 50 toritos de todos tamaños.


A cada esquina, del lado derecho o izquierdo, estaban ya listos los vendedores, toritos miniatura era lo que ofrecían. También alimentos, agua y botanas para la espera o disfrute del recorrido que estaba a punto de comenzar.
Sobre la Calzada de Fray Antonio de San Miguel o mejor conocida por los ciudadanos como “la calzada de San Diego” estaban ya los grupos que representaban las colonias participantes del evento, los toritos ya postrados en el suelo.


Algunas de las colonias asistentes al llamado fueron: el Eduardo Ruíz, Adolfo López Mateos, Tierra y libertad, Las Marianitas y Puestas del sol.
A lo largo de toda la calzada se observaba a niños, jóvenes y adultos haciendo los últimos detalles de sus vestuarios, maquillaje y accesorios para bailar y torear como se debe.


En punto de las 11 de la mañana comienza la acción, la larga fila avanza rumbo a la Catedral de la ciudad de la cantera rosa, las bandas comienzan a tocar, la gente corre a buscar el mejor punto para ver el espectáculo.


Al ritmo de “Ahí viene el toro” es como el arranque toma fuerza, todos los toritos comienzan a elevarse, pues los encargados de llevarlos en sus hombros toman posición.


Una muñeca lele, un pavorreal, una calavera, un venado y muchos conceptos más son los que adornan la avenida.
Con apenas los primeros metros de recorrido, el paisaje se llena de espuma que los apaches y acompañantes lanzan hacia los toritos y la gente que lo rodea.


Pero también están ellos, los de afuera, los que esperan pacientemente en las banquetas a que el desfile pase frente a sus ojos, con celular en mano para disparar y grabar cada paso de quienes recorren la avenida.


El trayecto es largo, pues cada 5 minutos se detiene el hilo de personas para tocar y bailar sin ir en movimiento, como lo dicta la tradición y para la apreciación de los espectadores.


Los niños han tomado ya el gran evento, que lleva años realizándose, como parte de una actividad familiar, se ve en sus ojos y en sus bailes la felicidad, llevan también con ellos toritos de petate miniatura, todo de acorde a su edad y capacidades de bailarlo.


La banda sobre el escenario los esperaba ya frente a la catedral, al ir llegando, nombraban a la colonia que culminaba su recorrido, el nombre del torito de petate y se les daban unos minutos para que hicieran un baile final.


Este es el punto de más intensidad en las personas, pues eran sus últimos minutos sobre aquella avenida que presenció su pasar.


Todos vuelven felices a casa, a pie, pues entre las calles del Centro Histórico de la ciudad, avanzaban los grupos de vuelta a sus colonias.