Convocan a los jóvenes a ir a contracorriente

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Vatican News

En su homilía de la Misa en la solemnidad de Jesucristo, Rey del Universo y celebración de la XXXVI Jornada Mundial de la Juventud a nivel diocesano; el Papa Francisco alentó a los jóvenes a tener la valentía de ir contracorriente por el mundo. «No contra alguien, como hacen los victimistas y los complotistas, que siempre cargan la culpa sobre los demás; sino contra la corriente malsana de nuestro yo egoísta, cerrado y rígido, para ir tras las huellas de Jesús», puntualizó.

Ciudad del Vaticano

La mañana del 21 de noviembre, solemnidad de Jesucristo, Rey del Universo, celebración litúrgica que tiene lugar el último domingo del tiempo ordinario en el calendario de rito romano y que fue establecida por el Papa Pío XI el 11 de diciembre de 1925; el Papa Francisco presidió la Santa Misa en la Basílica de San Pedro, en la que también se celebró la XXXVI Jornada Mundial de la Juventud a nivel diocesano, en las Iglesias locales de todo el mundo bajo el lema «¡Levántate! Te hago testigo de las cosas que has visto» (las palabras de Jesús a san Pablo que encontramos en los Hechos de los Apóstoles capítulo 26, versículo 16).

Las dos imágenes de Jesús en la Liturgia de hoy

En su homilía el Santo Padre reflexionó sobre dos imágenes, tomadas de la Liturgia del día, que ayudan a acercarnos a Jesús Rey del Universo:

La primera, basada en el Apocalipsis de san Juan y anticipada por el profeta Daniel en la primera lectura, está descrita con estas palabras: “Viene entre las nubes” (cf. Ap 1,7; Dn 7,13). Se refiere a la venida gloriosa de Jesús como Señor y como el fin de la historia. La segunda imagen es del Evangelio, Cristo está ante Pilato y le dice: «Soy rey» (Jn 18,37).

En este sentido, el Papa invitó a los jóvenes a detenerse a contemplar estas imágenes de Jesús, mientras inician el camino hacia la Jornada Mundial del 2023 en Lisboa:

“Detengámonos entonces en la primera: Jesús que viene entre las nubes. Es una imagen que habla de la venida de Cristo en la gloria al final de los tiempos. Nos hace comprender que la última palabra sobre nuestra existencia será de Jesús, no es la nuestra. El profeta Daniel, además, especifica que vio al Señor que venía entre las nubes, contemplándolo “en una visión nocturna” (cf. Dn 7,13), esto quiere decir que Dios viene durante la noche, entre las nubes a menudo tenebrosas que se ciernen sobre nuestra vida. Cada uno de nosotros conoce estos momentos. Es necesario que lo reconozcamos, que miremos más allá de la noche, que levantemos la mirada para verlo en medio de la oscuridad”

Tener ojos luminosos aun en las tinieblas

Asimismo, el Papa exhortó a los chicos y chicas de todo el mundo a profundizar en las visiones nocturnas, es decir, a tener ojos luminosos aun en medio de las tinieblas:

«No dejen de buscar la luz en medio de las oscuridades que llevamos en el corazón y que vemos a nuestro alrededor. Elevemos la mirada desde la tierra hacia lo alto, no para huir, ¡no!, para vencer la tentación de quedar tumbados en el piso de nuestros miedos. Este es el peligro: que nos guíen nuestros miedos. No quedemos encerrados en nuestros pensamientos, compadeciéndonos de nosotros mismos», añadió.

Jóvenes, gracias por soñar

Por otras parte, el Pontífice agradeció a los jóvenes en nombre de toda la Iglesia por los sueños que tienen, «cuando hacen de Jesús el sueño de sus vidas y lo abrazan con alegría, con un entusiasmo contagioso que nos hace bien. Gracias por las veces que son capaces de seguir soñando con valentía, por las veces que no dejan de creer en la luz aun en medio de las noches de la vida, por las veces que se comprometen con pasión para hacer nuestro mundo más hermoso y humano».

«Gracias por las veces que cultivan el sueño de la fraternidad, por las veces que se preocupan de las heridas causadas a la creación, por las veces que luchan por la dignidad de los más débiles y difunden el espíritu de la solidaridad y el compartir», puntualizó indicando que «¡necesitamos el entusiasmo y el ardor de los jóvenes para ser testigos de Dios que es siempre joven!».

Jesús es Rey y asume su responsabilidad

Analizando la segunda imagen de la Liturgia dominical, Francisco habló de Jesús que dice a Pilato: “Soy rey”.

Impacta su determinación -dijo el Papa- su valentía, su libertad suprema. Ha sido arrestado, llevado al pretorio, interrogado por quien puede condenarlo a muerte. En semejante circunstancia hubiera podido dejar que prevaleciera el derecho natural a defenderse, quizá buscando “arreglar las cosas”, pactando una solución de compromiso. En cambio, Jesús no escondió la propia identidad, no camufló sus intenciones, no se aprovechó de un resquicio que Pilato le dejaba abierto para salvarlo. No. Con la valentía de la verdad respondió: “Soy rey”.

En este punto, el Pontífice destacó que Jesús, asumió la responsabilidad de su vida: he venido para una misión y llegaré hasta el final para dar testimonio del Reino del Padre. Dijo: «Para esto he nacido y he venido al mundo, para dar testimonio de la verdad» (Jn 18,37). 

La valentía de ir contracorriente

Igualmente, el Papa indicó a los jóvenes que la libertad de Jesús atrae y los invitó a dejar que esta libertad vibre dentro de cada uno, «que nos sacuda, que suscite en nosotros la valentía de la verdad», para poder así vivir plenamente.

De este modo -finalizó Francisco- en la libertad de Jesús también encontramos la valentía de ir contracorriente, no contra alguien,- que es la tentación de cada día – como hacen los victimistas y los complotistas, que siempre cargan la culpa sobre los demás; sino contra la corriente malsana de nuestro yo egoísta, cerrado y rígido, que tantas veces busca cordadas para sobrevivir, no. Ir contracorriente es ir tras las huellas de Jesús:

“Sean libres, auténticos, sean la conciencia crítica de la sociedad. No tengan miedo de criticar. Nosotros necesitamos sus críticas. Tengan pasión por la verdad, para que con sus sueños puedan decir: mi vida no es esclava de las lógicas de este mundo, porque reino con Jesús por la justicia, el amor y la paz. Deseo que cada uno de ustedes pueda sentir la alegría de decir: ‘También yo soy rey con Jesús’. Soy rey, soy un signo viviente del amor de Dios, de su compasión y ternura”