A simple vista no está inquieto ni nervioso, tampoco se le ve el inicio de una interminable nostalgia. Salvador Jara Guerrero casi espera con ansias entregar la gubernatura a su relevo perredista e irse de vacaciones de viaje antes de regresar a sus quehaceres académicos. Sigue sin ser político del todo o empieza a ser político, demasiado tarde para el Solio de Ocampo…