Morelia/ Ramón Méndez
Es día, martes 15 de abril de 2014, de la instalación del altar de la Virgen de los Dolores en la plaza donde está la efigie de Natalio Vázquez Pallares, célebre nicolaita nacido en 1913 y fallecido en 1981, aledaña a la biblioteca pública de Morelia y el Mercado de Dulces.
Bajo de la camioneta de trasporte público en contra esquina del Colegio de San Nicolás y, como faltan unos trece minutos para la ceremonia en que se declare instalado el altar de la Mater Dolorosa, decido bajar al Jardín de las Rosas amparado por la sombra del muro oriental del Palacio Clavijero, ese edificio hermoso que fue albergue de los frailes jesuitas antes de que los expulsaran del país.
Es hermoso ver, bajando la calle, la cúpula del templo del que en un tiempo fuera el convento de las monjas dominicas y ahora alberga al Conservatorio de las Rosas, la primera escuela de música que hubo en América.
En el callejón empedrado que está junto al jardín, que los restauranteros han ocupado totalmente con mesas y sillas, no hay lugar vacío, e incluso hay clientes de pie que esperan se desocupe algún lugar para tomar su turno. En todas las mesas se nota plática amena, y hay varias en las que se conversa en lenguas extranjeras, de las que logro reconocer el francés y el inglés.
No tengo mucho tiempo para detenerme a contemplar la tertulia, y después de un paseo por las mesas bajo la calle para dirigirme a la Plaza Vázquez Pallares, el objetivo de la crónica encomendada, pasando por el Mercado de los Dulces que, hay que decirlo, no es nada más de dulces, pues ahí se venden sombreros, zarapes, playeras, joyas de bisutería, guitarras, juguetes, y más cosas, que alegran la vista de quien lo visita con su multiplicidad de colores.
Llego al jardín buscado cuando la ceremonia ha dado comienzo, y quien tiene la palabra advierte que no se trata de una inauguración: “No es la inauguración, es la apertura del altar de la Virgen de la Soledad, que durará toda la Semana Santa y se complementa con una exposición en el Centro Cultural Clavijero de 36 fotografías de la obra Jesucristo Superestrella, que se representará el sábado y el domingo en la Plaza Villalongín”.
Asiste al acto el secretario de Servicios Públicos del Ayuntamiento de Morelia, Iván Moisés Rodríguez Medina, en representación del presidente municipal, Wilfrido Lázaro Medina.
Al fondo de una carpa de techo de plástico a cuyo frente dicen sus discursos los funcionarios encargados de la apertura, está la imagen de la Virgen de los Dolores, con su torso atravesado por los siete puñales de sus sufrimientos, a saber: la profecía de Simeón, cuando José y María presentaron a Jesús en el templo a los cuarenta días de su nacimiento, y el anciano sacerdote anunció a la virgen que una espada atravesaría su alma, refiriéndose a la muerte de su hijo 33 años después; la huida a Egipto, cuando Herodes ordenó la matanza de los inocentes; la pérdida de Jesús en Jerusalem, que fue hallado, tras angustiosa búsqueda, impartiendo cátedra a los sacerdotes del templo; el encuentro de María y Jesús en el camino del calvario, cuando el hijo cargaba ya la cruz encima; el mismo hecho de la crucifixión; el descendimiento de la cruz y finalmente el entierro de Jesús.
El altar de la Virgen de los Dolores estará expuesto en la plaza Vázquez Pallares hasta el Domingo de Resurrección, 20 de abril, explicó a este cronista un joven de nombre Carlos, que auxiliaba en el acto transportando mobiliario y utensilios de cocina; agregó que el altar se iluminaría en las noches por un breve lapso, y dijo que estarían de guardia ahí dos vigilantes.
A pregunta de por qué, si se trataba de una celebración religiosa, los encargados de la apertura del altar habían sido funcionarios públicos, contestó que el hecho forma parte de las tradiciones del pueblo, “finalmente el Ayuntamiento no apoya sólo a la Iglesia Católica, sino también a otras religiones; y también el gobierno del estado, por medio del secretario de Turismo de Michoacán, Roberto Monroy, ofrece apoyo en otros lugares de la entidad, lo mismo que el gobierno federal en éste y otros estados de la República: la celebración de la Semana Santa forma parte de los atractivos turísticos del país”.
Tras de haber declarado la apertura del altar de la Virgen de los Dolores, se ofreció a los concurrentes una sabrosa agua fresca que dijeron le decían “lágrimas de la virgen”, dulces de leche y ates, y una sabrosa capirotada.
En la noche, cuando ya me disponía a descansar, fue a la tienda de enfrente de mi casa a comprar leche y pan, y le comenté a la dueña, la señora Beatriz, que el orador oficial de la apertura del altar se había equivocado al mencionar la advocación de la virgen, pues en vez de decirle la de los Dolores la había citado como la de la Soledad, y la señora me explicó que era de Dolores antes de la Semana Mayor, pero en ésta se le conoce como la de la Soledad porque se quedó sin su hijo el jueves, que fue el día de su aprehensión; el viernes, que fue el de su crucifixión, y el sábado, que estuvo en la Gloria.
No hay duda en eso que dice el dicho de que cada día se aprende algo.