Morelia/Julieta Coria
Al ocaso del debate, se cuela un invitado simbólico. Tiempo de silencio en un debate en el que el tiempo es oro. Silencio que expone mejor de lo que nadie hizo, la realidad michoacana.
¿Quién ganó? es la pregunta de los pasillos. Nadie dice nada porque nadie es la respuesta. Nadie dice que los debates no se ganan. Afuera, no hay una enorme fiesta, ni siquiera se ha cerrado toda la avenida principal. No hay banderas ni porras para los siete candidatos. Mientras camino por el enorme y oscuro estacionamiento, recuerdo aquella idea de Alberto Camus:
« ¿Se podría formar el partido de los que no están seguros de tener la razón? Sería el mío.»