La añeja rabia

Imagen: Héctor Tapia
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Morelia/Héctor Tapia

La situación que vive Michoacán se vino descomponiendo desde hace poco más de una década, el crimen organizado ha lastimado a los michoacanos, remarca el dos veces Premio Nacional de Periodismo, Octavio Medina Rosiles, previo a inaugurar la exposición de su trabajo que ha realizado en los últimos 4 años.

Sus ojos expresivos se enmarcan en unos lentes redondos y gruesos que hacen ver más aguda su ya de por si mirada crítica.

Su prominente y canosa barba lo hacen inconfundible entre quienes le acompañan en el momento. No para. Medina Rosiles va de un lado a otro saludando, dejándose apapachar.

A través de sus trazos, refiere, busca retratar, delinear y criticar, con ese toque de humor negro que le caracteriza, la profunda crisis que sacude a Michoacán, las desigualdades, la pobreza y los excesos de la clase política de la entidad.

Bajo la iluminación amarillenta de la Casa de la Cultura, que resalta el relieve de las paredes de cantera rosa del edificio, el caricaturista, que llegó a formar parte del Partido Comunista en México, explica que desde joven tuvo inclinación hacia las artes en general.

“Quería ser pintor”, dice; sin embargo, explica que la vida le llevó a trabajar haciendo caricatura en los medios periodísticos.

Ha sido víctima de la censura, apunta, pero no esto no ha mermado en su inclinación de hacer crítica sobre lo que observa, a pesar de esto.

La inclinación crítica que Octavio Medina asume en sus caricaturas se ratificó aún más en la década de 1970, cuando estaba en Chiapas.

Cuenta que vio llegar a una mujer indígena a un hospital con uno de sus hijos en brazos y cuando salió, horas después, el niño ya había muerto.

El niño, señala, tenía la peor y más absurda enfermedad, padecía de hambre. Cuando termina de decirlo sus ojos se enrojecen y su voz se entre corta.

A cuatro décadas de distancia el pasaje le sigue causando indignación. Este hecho, asegura, marcó para siempre su trabajo.

Sus caricaturas no han sido del todo “bien recibidas” una vez publicadas, por la crítica que lanza casi en forma de reclamo. Él lo sabe. Pero también sabe que tiene que hacerlo.

El panorama para Michoacán no es alentador, y en las elecciones no ve una salida, no ve circunstancias que vayan a aportar para mejorar para la sociedad.

El sistema busca perpetuarse, pero siguen teniendo el esquema de complicidades que ha llevado al estado crítico actual en que se encuentra, donde prevalece la violencia y la corrupción, apunta.

Su trabajo, dice, encuentra en el humor negro una forma de poner los temas más dolorosos y ácidos en la palestra; una forma catártica de señalar lo que cotidianamente observa.