“¿Nos dejan pasar?…”

Imagen: Héctor Tapia
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Morelia/Héctor Tapia

El camellón y los dos lados de la calle se fueron ocupando. Frente a las instalaciones del Comité Directivo Municipal del Partido Revolucionario Institucional (PRI), militantes del partido y simpatizantes de los aspirantes a la candidatura por la alcaldía de Morelia se fueron dando cita desde antes de la llegada de los que se iban a registrar.

Por un lado los de la banda de viento que esperaba la indicación para “arrancarse” con alguna pieza; por otro lado los coheteros, con los fuegos pirotécnicos listos para lanzarse al aire.

Un grupo de asistentes, haciéndose sombra, recargados en las bardas del centro nocturno que se encuentra frente a las instalaciones del partido.

El primero en llegar fue el ahora ex secretario de gobierno, quien dejó su cargo este viernes; llegó acompañado por Olivio López, otro que aspiraba a la misma candidatura, pero que determinó, a última hora, sumarse a Oseguera Méndez.

Jaime Darío bajó de su vehículo y fue prácticamente cercado por manos que buscaban saludarle, acercarse a él, quizá un abrazo apresurado.

El ex secretario de gobierno de Michoacán avanzó entre el puñado de priistas que se habían dado cita.

De fondo sonaba no sólo piezas como Arriba Pichataro, con la banda de viento, también un seco zumbido surcaba el aire hasta explotar en el cielo. Los cohetes eran lanzados, como en las fiestas patronales de los pueblos, mientras el avanzaba entre la muchedumbre.

Se fueron aglomerando tanto alrededor de él que a la hora de pasar la Avenida Periodismo, para dirigirse a su registro en las oficinas del partido, se obstruyó la circulación vehicular por unos cuantos minutos para que pasaran los asistentes que iban con él, mostrando, a su manera, su apoyo.

“’Ora’, no empujen!”, gruñían algunos de los asistentes a los que poco a poco se les iba apretando más mientras se acercaba el que sería en pocos minutos el precandidato. Todos querían entrar, nadie se quería mover.

Finalmente abrieron paso para que Jaime Darío, y la fila de sus allegados, pasaran directamente al registro. Afuera la banda seguía amenizando a los asoleados que habían acudido al acto.