El hombre invisible

Imagen: Héctor Tapia
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Morelia/Héctor Tapia

Con el sol de frente, que se cubre apenas con una sombrilla que le cubre el rostro y el pecho, sentado en una silla de ruedas, Lorenzo Ubaldo Muñoz del Castillo se dedica al activismo, pasa una caja de zapatos con una ranura con la que pide limosna, mientras emprende una huelga de hambre, en la cual, asegura, lleva ya tres días.

“Pasa a mi oficina, estoy despachando aquí desde hace tres días”, dice en tono de broma, mientras pasan los transeúntes, que se detienen por un instante para leer los cartelones que pegó en las paredes del Palacio Legislativo como parte de su protesta.

Explica que desde hace cuatro años viene planteando al Congreso del Estado que cumplan con la misma ley que aprobaron hace 10 años, que obliga a los lugares públicos a contar con accesos, rampas y o elevadores, para que puedan ser utilizados por las personas que tengan alguna discapacidad.

Mientras pasan y pasan carros por la Avenida Madero, que al quedar estáticos para seguir avanzando, los tripulantes voltean, observan los carteles, le saludan en forma de apoyo, y siguen su camino.

Una señora de edad avanzada se detiene, escucha las explicaciones que dar Ubaldo, se indigna y le remarcan que no espere nada de los diputados. Enojada se voltea y sigue su camino. Otros jóvenes se quedan escuchando un buen rato.

Ubaldo Muñoz, de 40 años, señala que del elevador, en el palacio legislativo, “decían que no se podía, que por ser edificio histórico no se podían hacer modificaciones, me han seguido dando pretextos y pretextos, aunque no se han negado”.

“En el congreso dicen que no tienen dinero que están muy pobres, llegué a una situación de hartazgo y les dije que haría su trabajo”, señala mientras toma la caja de zapatos que improvisa una alcancía, donde colecta algunas monedas, mismas que entregará a los mismos diputados, para resaltar la falta de voluntad, dice, para hacer las cosas.

“Pedir limosna y estar en huelga de hambre, apelar a la ciudadanía y sea ella la que me apoye para poner ese elevador allá adentro” del Palacio Legislativo.

Durante la entrevista, bajo el intenso sol de mediodía, señala que de los diputados “la mayoría ni caso me hacen”, precisa que los legisladores “entran como si no estuviera”.

“Tengo súper poderes, soy invisible a todos ellos”, dice de forma sarcástica.

Adelanta que la protesta que realiza en el Congreso del Estado la estaría llevando a otras instalaciones públicas que no cuenten con la infraestructura adecuada para personas con discapacidad.

Asegura que antes de tener el accidente que le dejó en silla de ruedas él era chef; dice que “ocasionalmente tengo personas que les gusta la forma en que cocino, y me mantengo preparándoles comidas”, con lo que gana algo de dinero para mantener a su hijo de 8 años que tiene.

Ubaldo, mientras sigue recibiendo muestras de apoyo por parte de los transeúntes, asegura que permanecerá en su lucha mientras su cuerpo resista