Morelia/Redacción
El Papa Francisco arribó alrededor de las 16:40 horas de este sábado a la Basílica de Guadalupe, luego de un recorrido de unos 45 minutos desde la Nunciatura Apostólica.
El máximo líder de la iglesia católica ingresó a la casa de la «virgen morenita», como él la llama, caminando através de un tapete monumental de aserrín elaborado por artesanos de Huamantla, Tlaxcala.
El Sumo Pontífice se encuentra oficiando su primera misa en suelo mexicano ante 30.000 personas; previamente señaló que “sólo mirando a la morenita” se comprende por completo a México.
Agregó que la Virgen sigue diciéndole a los católicos que sean sus embajadores para acompañar tantas vidas, consolar tantas lágrimas, caminando las calles del propio vecindario, comunidad y parroquias.
“Sé mi embajador, nos dice, dando de comer al hambriento, de beber al sediento, da lugar al necesitado, viste al desnudo y visita al enfermo. Socorre al que está preso, perdona al que te lastimó, consuela al que está triste, ten paciencia con los demás y, especialmente, pide y ruega a nuestro Dios”, apuntó el Papa.
Recordó que en el amanecer de diciembre de 1531, cuando se produjo la primera aparición de la Virgen, se despertó la esperanza en Juan Diego y en todo su pueblo.
Señaló que en ese amanecer, Dios despertó y despierta también hoy la esperanza de los pequeños, de los sufrientes, de los desplazados y descartados, de todos aquellos que sienten que no tienen un lugar digno en estas tierras.
De esa manera, indicó el pontífice, él logró impulsar una bandera de amor y justicia: la construcción de un santuario, no de cemento, sino el santuario de la vida, de las comunidades, sociedades y culturas, en el cual nadie puede quedar afuera.
“Todos somos necesarios, especialmente aquellos que normalmente no cuentan por no estar a la ‘altura de las circunstancias’ o por no ‘aportar el capital necesario’ para la construcción de las mismas”, continuó.
“El Santuario de Dios es la vida de sus hijos, de todos y en todas sus condiciones, especialmente de los jóvenes sin futuro, expuestos a un sinfín de situaciones dolorosas, riesgosas, y la de los ancianos sin reconocimiento, olvidados en tantos rincones”, abundó el Papa.