“Ya valió madres”

Foto: Victor Ruíz.
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Morelia, Mich.|Víctor Ruiz/Acueductoonline.- Pensaron lo peor. Cuando Teresa Morales de 88 años resultó positiva a la prueba de Covid-19 en el mes de diciembre pasado, la mente de su nieta, Natasha Galicia, se inundó de actitudes pesimistas. “Ya valió madres”, se dijo para sí misma con un tanto de culpabilidad y otro de resignación.

Pero nada. Contra todo pronóstico, Teresa salió ilesa de la batalla. Con un pulmón y medio funcionando, a causa de un problema de salud que padeció durante su juventud, nunca tuvo una baja en sus niveles de oxigenación y de los síntomas, solamente la fiebre hizo ruido durante una noche.

Este viernes Teresa ha recibido su segunda dosis de la vacuna contra el virus en el centro que fue instalado en la Secundaria Federal No. 5. Por su edad, articula pocas palabras y el parkinson ha mermado en sus movimientos, pero su nieta explica que la sensación inmediata es de mucha paz, se trata de un respiro luego de vivir el año más atípico de sus vidas.

“Mi abuela ya está grande, no entiende muchas cosas, no es consciente de que pertenece al sector más vulnerable y con mayor riesgo; pero la verdad es que la vacuna nos da paz, aunque sabemos que no es la solución al 100 por ciento, sí es un respiro”.

La mujer de 88 años dedicó prácticamente toda su vida al servicio público. Trabajó en el Registro Civil y cuando llegó el momento, el Gobierno del Estado le otorgó su respectiva jubilación. Aunque tiene dificultades para caminar y está acostumbrada la vida hogareña, por momentos se desespera y le gustaría que todo este asunto de la pandemia llegara a su fin.

Natasha la define como el engranaje de su familia, una líder completa por la cual deben pasar las decisiones importantes. Con natural cariño, la mujer de 31 años no escatima en decir que es su figura materna. “Yo tengo a mi mamá, pero ella siempre me cuidó, me llevaba a la escuela, me ayudaba con las tareas, fui educada por mi abuelita”.

Desde hace más de un año que Natasha y Teresa no se abrazan. Cuando se ven, toman su distancia, evitan los saludos físicos y por nada del mundo comparten objetos en común. Pero luego de dos dosis de vacunas, saben que las distancias se acortan y que cada vez están más cerca de volver a ser abuela-nieta, las cómplices de siempre.