Morelia/Ivan Villanueva
En una calle sin mucha iluminación, esperaba encontrarme con mucha gente al exterior pero no fue así, aparte de los escasos familiares, solo hay un reducido grupo de funcionarios del Gobierno de de Michoacán.
Ahí, se percibe un ambiente frío, así nomás. En la sala de velación, al centro se encuentra el féretro, en donde está el cuerpo del violentado alcalde de Nahuatzen; a ambos extremos salas, únicamente dos personas por cada una.
El padre del edil, se observa desencajado, cansado, ojeras resaltadas por la sombra que ocasiona una gorra desgastada y su vestimenta color negro, su andar es muy lento y no intercambia palabras con nadie.
En un modo discreto, sin decenas de escoltas ni camionetas al acecho, llega el secretario de Gobierno, Carlos Herrera Tello y se funde en un abrazo con el padre de David Otlica,
Y le dice en corto, “con el convivimos, coincidimos y trabajamos juntos un buen rato, mi pésame como amigo; encontraremos a los culpables”.
Ambos ingresan a donde las flores y coronas enmarcan el ataúd de color oscuro, casi profético que en un municipio dónde los niños crecen entre madera, su último adiós así sea.
Acompañado de funcionarios del estado, el encargado de la política interna monta la guardia de honor y despide al ex Alcalde.
La noche transcurrió, el cuerpo de David Otlica fue acompañado por sus seres queridos pero casi en solitario.
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