Placeo político… (Fotogalería)

Imagen: Alan Ortega
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Apatzingán/Héctor Tapia

 Fueron llegando vestidos con guayabera blanca, acompañados con sus asistentes. Se sentaron en las sillas que se instalaron para el bufete en el Hotel Posada del Sol, el Salón La Conquista, de Apatzingán.

Chilaquiles, frijoles refritos, fruta, jugo, café, todo un desayuno previo para chacotear con puntadas sobre posturas de izquierda y de derecha. Que “a qué hora llegará” Peña Nieto, los diputados del Congreso local se veían de buen humor.

Entre ellos, los diputados Reginaldo Sandoval por el Partido del Trabajo, Uriel López Paredes del PRD, Sergio Blanco Nateras por el PRI y José Sebastián Naranjo Blanco del PAN. Sentados prácticamente en la misma mesa.

30 minutos después del desayuno, es hora de acercarse a las instalaciones del Ayuntamiento de Apatzingán, el cual fue habilitado como recinto legislativo para realizar la Sesión Solemne para conmemorar el Bicentenario de la Constitución de 1814.

Por si no hubiera sido suficiente los primeros tres filtros para llegar al hotel, había que pasar todavía dos vallas más para poder arribar a las instalaciones del palacio municipal, que también estaba fuertemente resguardado por elementos de la Fuerza Ciudadana y del Ejército Mexicano.

Apurado, caminando por la avenida de enfrente del Ayuntamiento de Morelia, Wilfrido Lázaro Medina, viene llegando, pasando los cercos, para poder ingresar en el eventual recinto legislativo.

Al frente y arriba, un templete. Las asistentes del Congreso, impecables, vestidas de blanco, atendían a los diputados locales que iban llegando y acomodándose en su lugar. Abajo, en las primeras filas, los invitados especiales al evento. Posando para las fotos, charlando entre ellos.

Se podía ver a un Senador por el PRI, José Ascensión Orihuela Bárcenas, charlando con el Secretario de Gobierno del estado, Jaime Darío Oseguera. Por otro lado, la Senadora por el PAN, Luisa María Calderón Hinojosa, tomando café, esperando el inicio del evento. Funcionarios federales, estatales y locales se dieron cita a la Sesión Solemne.

El diputado Alfonso Martínez Alcázar, presidente de la Mesa Directiva del Congreso del Estado, toma la palabra, da inicio a la Sesión. La legisladora Daniela de los Santos da lectura a la orden del día. Se aprueba. Se da la indicación para que la comisión de protocolo salga por los invitados especiales para estar en la sesión: el gobernador del estado, Salvador Jara Guerrero; el presidente del Supremo Tribunal de Justicia del estado, Juan Antonio Magaña de la Mora; y, en representación del Presidente de la República, Alfredo Castillo Cervantes, Comisionado para la Seguridad de Michoacán.

Luego de la reseña que se hizo sobre la Constitución de 1814 que se firmó en Apatzingán, se dio paso a la entrega de la Presea con el mismo nombre, que fue otorgada por el legislativo michoacano al doctor en leyes Héctor Flix Zamudio.

El diputado César Chávez Garibay fue el orador oficial, y mientras avanzaba en su discurso, una repentina lluvia hizo que los asistentes que estaban fuera de la carpa que se instaló para el evento, se replegaran para no mojarse.

Jara no habló. Estaba contemplado. Pero inmediatamente Alfredo Castillo, en representación del gobierno de la república, tomó la palabra, sólo fue para dejar un punto muy claro: la comisión que encabeza no se disolverá hasta que no se hayan fortalecido las instituciones.

Concluida la intervención del Comisionado para la Seguridad, Martínez Alcázar dio por terminada la Sesión Solemne. Y así como llegaron, de prisa, fueron desalojando el recinto, se agolpaban para salir.

La temperatura ambiente iba en incremento, ya había dejado de llover. La humedad comenzó a hacer sudar a los asistentes. Había prisa por salir de ahí. Unos cuantos funcionarios fueron detenidos para ser entrevistados por los medios.

De regreso todos al hotel, diputados, empresarios, funcionarios de distintos niveles, se refugiaron del creciente calor en el hotel al que previamente habían llegado. Algunos pidieron su respectiva cerveza, de alguna forma había que hacer frente al bochorno provocado por el cálido y húmedo clima. Quizá de aquí lo de Tierra Caliente.

Afuera, los habitantes de Apatzingán, expectantes, amontonados -casi- unos sobre otros, que decidieron ir al tradicional desfile, a pesar de los filtros de seguridad, estaban ahí, viendo los contingentes. Quizá no importó tanto haber tenido que dar tantas vueltas por los filtros; ahí estaban, sonrientes, sin actos protocolarios, simplemente observando.