Mujeres, mujeres…

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Morelia/Acueducto

En un texto, publicado en el diario Cambio de Michoacán, la filósofa, periodista y defensora de los derechos de las mujeres, Gabriela Molina Aguilar nos aporta una interesante reflexión en torno al Día Internacional de la mujer; he aquí el extenso trabajo citado:

#NiUnaMenos #NoSinMujeres #MeToo #AbortoSeguroyLegal #VivasNosQueremos, son algunas de las consignas de los diversos movimientos de mujeres expresados contra hechos inaceptables y que son parte de una cultura patriarcal manifiesta en el feminicidio, la violencia política de género, el acoso sexual, la no despenalización del aborto, entre otros.

En el mundo, en general, y México, en particular, se vive un momento de ira y de irreverencian ante políticos y políticas que excluyen a las mujeres y perpetúan la normalización de la impunidad, la desigualdad por razón de sexo y las injusticias cotidianas que padecen miles de mujeres en la esfera pública y en la esfera privada.

Como en otros momentos de la historia, hoy estamos experimentando un movimiento social importante de mujeres, ya que como afirma la filósofa Celia Amorós, los movimientos sociales constituyen una acción colectiva que apela a la solidaridad para promover cambios sociales cuya existencia es, en sí misma, una forma de percibir la realidad,  lo que  implica una ruptura de los límites del sistema de normas y de relaciones sociales.

Por ejemplo, las mujeres de todos los rincones del planeta se vistieron de rosa y marcharon contra la misoginia del mandatario norteamericano, mientras que las argentinas se colocaron un pañuelo verde para exigir la despenalización del aborto otorgándonos nuevos símbolos de lucha, en tanto que las mexicanas se rebelaron ante recortes presupuestales que afectan la vida cotidiana de las mujeres respecto al cuidado de los menores y la atención de la violencia.

Desde famosas actrices de Hollywood con ingresos millonarios, pasando por menores de edad que padecieron una violación o mujeres que perdieron la vida por razones de género, hasta las servidoras públicas de todos los niveles que experimentan violencia política, son muestra de un mundo compartido de discriminación que rebasa los espacios geográficos y las clases sociales, de ahí la importancia de seguir luchando por sociedad libre de violencia y de discriminación contra las mujeres y niñas.

Es cierto que nos precede una larga lucha de vindicaciones, como las llamaría la pensadora Mary Wollstonecraft, es cierto también que las diversas olas del feminismo nos otorgaron herramientas teóricas y tácticas para avanzar y brincar obstáculos de orden cultural, institucional y estructural, sin embargo, es cierto también, que aún falta un largo camino por recorrer para alcanzar la igualdad y disminuir las brechas por razón de sexo.

Hoy los movimientos sociales poseen nuevos instrumentos que permiten avanzar con agendas claras, desde lo local a lo internacional y viceversa, en un breve tiempo mediante el uso de las redes sociales y de redes institucionales. Además, se tiene un sólido marco normativo nacional e internacional en materia de derechos humanos de las mujeres que brindan un horizonte para andar y un punto de llegada. Cada Convención Internacional y cada marco normativo nacional y local son el referente de un deber ser como sociedad al que hemos de aspirar.

Así, este 8 de marzo en que se conmemora el Día Internacional de la Mujer, no guardemos silencio. Alcemos la voz, mostremos nuestra ira  y nuestro enojo a través de las herramientas que nuestro tiempo nos brida: la tecnología, las leyes en favor de los derechos humanos de las mujeres y la expansión de los movimientos de mujeres en alianza con los hombres. Sumado a ello, reforcemos la creatividad feminista expresada en la literatura, la creatividad gráfica y las lúdicas consigas.

Si los instrumentos se suman a la unidad y la sinergia entre las mujeres más allá de filias y fobias, de disciplinas partidistas y agravios personales, la generación presente, la nuestra, podrá dar un salto impensable que sea como un meteorito para romper los miles de techos de cristal que se colocan sobre nosotras, no sin antes lograr despegarnos de ese “suelo pegajoso” que nos atrapa.

Quedarnos calladas es permitir que los retrocesos lleguen, lo mismo en el sur del continente que en las regiones más progresistas. Ganar la batalla contra los privilegios que tiene uno de los sexos en este mundo, es cuestión de sororidad, creatividad, estrategia y unidad, porque sin duda, unidas, de par en par, #SomosInvensibles.