La luz al final del túnel

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Julieta Coria/Morelia

La vista panorámica a la capital michoacana lucía como una majestuosa postal bajo un cielo transparente, con algunas nubes robustas y blancas, alrededor, los cerros parecían muy cercanos, abajo y a los lejos sobresalía la figura de la Catedral.

Fue un intenso recorrido por la nueva y polémica vialidad que va a comunicar la zona del sur de la urbe moreliana, lo alto de la ciudad, con la gran avenida Camelinas, la parte baja.

Para ello, un convoy de camionetas blancas en fila se reunió en Altozano, el punto de partida, para conocer a fondo la obra; observar el paisaje verde, los cerros al horizonte y respirar un aire diferente, lejos de la ajetreada ciudad.

Ya en lo alto, al menos una veintena de ingenieros se colocaban sus distintivos cascos, chalecos y la explicación comenzaba… abajo, solo una diminuta ciudad con su epicentro colonial, destacada por su enorme catedral, la de la cantera rosa.

El subdirector de Obras Roberto Espinosa Quintino, la voz líder en el lugar, justo en la entrada del primer túnel explica en forma coloquial sinnúmero de detalles técnicos que dan cuenta de una casi imaginable obra que enmarcará modernos túneles.

Con un dron y dos cámaras de muy buena calidad, el recorrido empezaba a tomar forma, ya debajo del primer túnel, la explicación arrojaba los primeros datos duros sobre la construcción la millonaria.

Los tiempos de traslado de los lugares descritos que hasta ahora son de 40 minutos, en horas de congestionamiento vial, se reducirán a 5 minutos, lo que significará un ahorro de 35 minutos” de acuerdo con las mediciones de la SCT.

El representante de la SCT en todo momento captó la atención de todos los presentes, él con su camisa a cuadros, chaleco anaranjado y gorra blanca, explicaba minuciosamente como fueron conformadas cada uno de los rincones y estructuras, pasando láminas a manera de exposición y dando detalles:

“Lo último que estamos haciendo en los túneles son los cortes en el pavimento de concreto hidráulico, la colocación del sistema de iluminación, las obras pluviales, balizamiento, señalización…

Además, añadió, estamos en la conclusión del cuarto de máquinas que alberga las plantas de energía eléctrica, para casos de emergencia, así como los equipos hidroneumáticos que suministrarán agua a la red de hidrantes en caso de incendios en los túneles.

El recorrido continuaba, tras pasar por el túnel uno, se hizo una parada técnica, en el viaducto Río Chiquito; desde ahí se observaron detalles de la puesta de una estructura de concreto de 120 toneladas que resistirá el peso de miles de vehículos que transitarán a diario.

Allá en lo alto, el silencio era absolutamente ensordecedor, el aire es más frío y si se miraba minuciosamente, se podían observar debajo de las nubes, una ligera neblina que cubría la ciudad, con espesor que alcanzaba a dar una visión borrosa, pero aun así se distinguía desde lo alto sus edificios coloniales.

“Esta obra en particular requirió mucho cuidado”, continuó el ingeniero Espinoza. Aquí estamos en la parte más alta del viaducto sostenido sobre los apoyos y laderas que se hicieron sobre el cruce del Rio Chiquito donde se utilizó el apoyo de empresas internacionales, enfatizaba.

El sol, había salido en su totalidad, su reflejo pegaba en la nueva rúa, el calor crecía conforme bajamos la pendiente, los ingenieros se reunían en cada oportunidad para intercambiar puntos de vista sobre particularidades de la gran obra.

Se dan sus tiempos, sus intervalos, para captar las fotos del recuerdo, mientras se continuaba el recorrido;  los fotógrafos no dejaban de capturar imágenes, a la par que uno de ellos casi jugueteando manipulaba un dron, sobrevolando el lugar.

Cerca del túnel dos, en la entrada nos recibió una fuerte corriente de aire, proveniente de ocho enorme ventiladores que ha decir de uno de los encargados de la obra son de tecnología europea ensamblados en México y su versatilidad consiste en que cuentan con un dispositivo que monitorea la concentración de gases en su interior y manda una señal para que se active la velocidad de los mismos, de manera que contrarresten la concentración de gases, activándolos a una mayor y menor velocidad.

El grupo camina justo debajo de los ventiladores que se encuentran a 13 metros del ras del suelo, observan y miran en lo alto las volátiles maquinas que suministrarán el aire en el segundo túnel que mide un poco más de 700 metros y que además contará con un sistema contra incendios que va alimentada por una cisterna.

Caminando por el segundo túnel, el más largo del Ramal, el ingeniero a cargo ultimaba los detalles de su explicación, mientras poco a poco la luz al final de túnel se apreciaba, así la nueva vialidad, que estará lista para abrirse a los automovilistas.

“No habrá cuota para transitar por la vialidad del  Ramal Camelinas, decía Roberto Espinosa Quintino; próximamente la obra será inaugurada y entregada a todos los morelianos.

Con ello despejó las dudas de morelianos respecto de si se pagará o no peaje para circular por la nueva vialidad, que será una de las más importantes y de mayor envergadura en los últimos veinte años en la capital michoacana.

La apertura y puesta en operación está prevista para la última semana de este mes, una vez que concluyan las revisiones de seguridad; la fecha exacta se determinará en las oficinas centrales de la SCT.

La obra ha cumplido con todas las normas existentes, especialmente las de impacto ambiente, mencionaba, con cierto orgullo, el hombre de la SCT; los túneles y el viaducto se encuentran casi listos, solo detalles para su apertura, insistía en dejar claro.

Después de 22 meses de intensos trabajos, trabajadores, constructores, técnicos y directivos darán por terminada una obra llena de “matices” que entre polémicas y aplausos, se ha creado una obra de gran de ‘gran calado ‘en Morelia, sedienta de un respiro vial.