¡kualneskayotl tenkutli!

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Ocampo/Samuel Ponce Morales

En esos tiempos en que aún huele humedad de la lluvia y la esencia de los oyameles y se siente el gradual frío que por la madrugada va recorriendo el cuerpo hasta hacerlo a uno tiritar, el andar entre interminables filas de dispersos árboles con disímbolas figuras, y llevar consigo el intenso latido del corazón hacia lo más alto posible del original santuario boscoso, provoca una misteriosa ansiedad por hacer imposibles atajos y llegar con su majestad y admirar su belleza, la belleza de la Monarcas (kualneskayotl tenkutli)…