Morelia/Iván Villanueva
El clima en ese día era nublado, tal vez por esta razón “Tragabalas” recibía poca aceptación de los automovilistas para limpiar el parabrisas. “No jefe, ya no tarda en llover”, se justificó un conductor.
Este último fue el aliciente para que decidiera irse a sentar a uno de los paraderos del transporte público, cinco minutos fueron suficientes para un descanso y una entrevista.
De nueva cuenta, quiso seguir trabajando y ya conociendo la sincronización se los semáforos, ya preparaba su botella cuando la luz cambiaba a rojo.
En una maniobra ágil, antes de que se detenga el auto, ya lanzó un poco de líquido para esperar que lo dejen limpiar y así ganarse algo se dinero, está rutina la repetía constantemente, con la suerte de ser aceptado en algunas ocasiones.
Una mujer curiosa pregunta por qué se le toma fotos a este trabajador de los cruceros, se retira tranquila al saber que se trata de un fotoreportaje para el incansable “Tragabalas”.
