Cárdenas, la espalda a Hipólito

Jesús Valencia
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Apatzingán/Jesús Valencia Farías

Desde antes de llegar al corazón de Tierra Caliente michoacana, desde Cuatro Caminos, municipio de Múgica, hasta la ciudad de Apatzingán, se ve una inesperada tranquilidad. No hay las escenas de fuertes dispositivos de seguridad. Cuauhtémoc Cárdenas arriba puntual a esta parte de la geografía michoacana sin formalidades, sencillo, como en su casa; llega al centro de esta urbe.

Es el segundo día gira del líder moral del PRD para seguir impulsando el rechazo a la reforma energética, a través de la participación en la consulta popular del próximo año; viene después de sostener diversas reuniones en ese sentido, en Morelia –una d ellas con mujeres de izquierda-, en Paracho y en Uruapan.

Aquí hay nublado pero el calor no dejaba de estar presente; en la sede del encuentro, en la espera de un millar de gente, decenas sufrían la calor, sus rostros escurrían gotas de sudor; a un lado, en un restaurante, el ex gobernador Leonel Godoy departía con sus allegados mientras desayunada.

Era un día de fiesta, al menos para las centenas de seguidores del hijo del General Lázaro Cárdenas del Río. Había por doquier del centro encuentros agendas y espontáneos. A la entrada de un hotel, en una mesa en el portal, un grupo de mujeres jóvenes, hermosas, preparaban pequeños y vistosos carteles en rechazo a la reforma citada.

Flaqueado por el líder del PRD en Michoacán, Carlos Torres Piña, llegó al sitio Cuauhtémoc Cárdenas, a él, a la entrada, se le conglomeraron decenas de periodistas, por eso el grito desesperado de la gente de adentro: ¡déjenlo pasar!. Y ahí estaban las figuras del perredismo michoacano, aunque a simple vista no se veía al diputado federal Silvano Aureoles Conejo hi a la senadora de la República Iris Vianey Mendoza.

En cambio, en primera fila estaban Enrique Bautista, Genaro Guízar, Cristina Portillo Ayala, Pascual Sigala, Fidel Calderón y Raúl Morón, entre otros, pero también hicieron presencia dos mujeres ex perredistas Selene Vázquez y Fabiola Alanís. Los presentes estaban eufóricos del retorno activista del ex candidato presidencial, quien, como en los otros lados, les habló de la necesidad de defender los recursos naturales del país.

Antes y después de estar ahí, Cuauhtémoc Cárdenas era incontables veces interceptado por sus seguidores para tomarse la foto con él, y eran o mismos que lo saludaban, que abrazaban y que lo miraban como si él fuera la esperanza de algo mejor. Él, Cuauhtémoc, se mostraba serio y aun así no podía evitar sonrisas y rara vez risas, ante la  sorpresa de reencontrarse con gente conocida, y escuchar frases sobre la inseguridad en la región.

A minutos de que se fuera del sitio, Cuauhtémoc Cárdenas. De repente surgió la figura de Hipólito Mora, ex líder de los ex autodefensas, sin su uniforme de policía rural, informal, no así sus escoltas: No, no lo vio, pero comentó que vino a Apatzingán a un mandado y que le dijeron que había venido el ingeniero Cuauhtémoc “y, pues, veníamos para ver si era posible saludarlo, pero que se acaba de ir”.

Antes de que subiéramos a la camioneta un compañero fotógrafo tomó un par de fotos a una patrulla de Fuerzas Ciudadanas afuera del Palacio Municipal de Apatzingán y a los pocos segundos fue abordado por dos elementos que le interrogaron por su identidad, y le dijeron que no querían que salieran sus rostros en las fotos.