Múgica/Enrique Castro
En un instante de aparente tranquilidad y después de un inquietante sollozar, frente al ataúd, Frida Urtiz, hoy viuda de Salvador Adame, habla:
“Es un momento muy difícil, de mucho dolor, de ver a mis hijos pasar por esta situación, luego de tanta incertidumbre”.
Y, recuerda cuando su esposo fue secuestrado, cuando le informaron que había sido asesinado y de los peritajes de ADN para asegurar que era él.
Hoy, en la casa deshabitada de la familia, se efectúa el funeral de Chava; ahí Frida habla de cerrar este ciclo que “ha sido muy doloroso”.
Más aun lo anterior, porque no hay resultados en las investigaciones, “no hay detenidos”, pero espera que las autoridades federales estén haciendo algo al respecto.
“Ahora solo queda esperar a que la autoridad dé a conocer los resultados, es algo que se lo deben a la sociedad y en particular a los periodistas”.
Para ella, la muerte de su esposo provocó una gran solidaridad del medio periodístico que permitirá seguir honrando la vida de su esposo.
“Luchando para que nada de esto vuelva a suceder”, subraya con voz entrecortada, en el interior de a sencilla vivienda, en donde no hay muebles.
La inseguridad y las amenazas lograron que la familia migrara de Nueva Italia. Por eso a Frida la casa le traen horizontales recuerdos.
Recorre la casa, pasa de lo que era la sala y cocina para terminar en la habitación principal, pensada en primera instancia como una alberca.
Comenta que cada ladrillo y azulejo de la casa fue puesto por su esposo, ya que le “sabia a todo…La casa la construimos nosotros”.
Ahí, en la habitación brotan los recuerdos, una fotografía, del día de la inauguración del Canal 6, donde trabajaban los dos, luce polvosa y Frida la limpia.
Le quita el polvo del olvido y sonríe al verse a ella, en otra época, junto a su esposo; después, encuentra una publicación, la portada es negra y con letras blancas la palabra “miedo”.
Ella toma el impreso, en sus brazos, y posa para una fotografía. Lugo, sigue platicando anécdotas, sobre todo las frases de Adame que decía en su programa de radio:
“Otra mancha más al tigre” seguida de “Lo que hoy es noticia mañana es historia” y “más mezcla, Maistro”. Él, añade, estaba comprometido con la libertad de expresión.
Y, aparte de visualizarlo como un esposo amoroso, recio, enfatiza en que era un hombre muy querido, porque siempre le daba la voz a la gente desprotegida.
En la calle la gente seguía acompañando a la familia, se esperan más visitantes sin embargo uno de los motivos de la ausencia fue la inseguridad de la zona.
