“¡No inventes, se ve bien chido!”

Fotografía:Enrique Castro
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Morelia/Julieta Coria

En julio de 1991 ocurrió un eclipse total que hizo que el día oscureciera, hace 25 años que en México no  sucedía un fenómeno similar, hasta hoy. En Morelia la organización para visualizar con equipos profesionales y observar el eclipse estuvo a cargo de la Escuela Nacional de Estudios Superiores de la UNAM.

A la entrada, se divide entre visitantes y usuarios, al final todos con el mismo rumbo, los que vienen espectadores y por el otro lado los medios de comunicación, el resto llega en bicicletas y otros más han dejado sus aulas para apreciar el fenómeno.

Al centro una enrome fila espera para poder observar en uno de los telescopios, juste enfrente de las letras grises de UNAM, sobre el pasto recién podado. En ese momento comienza a desbordarse la alegría de la gente que viene preparada para mirar el cielo y toparse de frente con una la inmensa figura amarilla que irradia un calor con gran fuerza.

El día parece perfecto, la neblina matutina, ha desaparecido, una nube enorme amenaza tapar la belleza del paisaje, pero no se logró; el cielo, azul cristalino, aguarda en su centro dos astros que por su belleza, han sido los favoritos en el mundo.

En el jardín mientras tanto, los niños corren y disfrutan el momento, para ellos la idea de observarlo no es lo que los emociona, si no el tener nuevas experiencia, conocer nuevos lugares, pero sobre todo, jugar y jugar. Las mamás por su parte vienen bien preparadas desde el bloqueador solar que no puede faltar, hasta los sobreros gorras y demás artículos que siempre se cargan ‘por si las dudas’.

El jardín es inmenso, le rodean algunos telescopios acomodados estratégicamente para el público, algunas lonas para resguardarse  del intenso calor que, dicen los que saben, es parte de una tormenta de calor, la fila de la entrada no deja de crecer, todos por algunos segundos la gente desea observar el momento en que la luna atravesará por el mimos logar del sol y crearán una forma única negra, una maravilla, un veredero espectáculo, único, por supuesto.

No alcanzaron los filtros solares, por lo que una voz al micrófono recordaba a los visitantes, compartir con cada persona, bajo la condición de “préstenlos, solo unos segundos bastan para mirarlo y pásenlos a alguien más”.  Y, así los alumnos, reporteros, investigadores, amas de casa, y niños, disfrutaron compartiendo los ‘filtritos’ que causaron revuela en el lugar ¡no inventes se ve bien chido”! ¡”no manches que bonito eclipse”! y demás frase entres el asombro y la expectativa.

La sala audiovisual ha sido acondicionada con una solemnidad para el evento. Están todos, lo investigadores de la UNAM, los estudiantes y los curiosos que decidieron no estar bajo el sol y prefieren las imágenes en vivo en NASA. Hay una lona que cubre el cielo en una parte del jardín y la cantidad de gente  convocan al calor y a los abanicos improvisados es cada vez mayor, “una sombrita por favor, alguien pide por el lugar.  Por el micrófono se anuncia que el eclipse está en su punto máximo y todos buscan un filtro para observar, se mueven las personas en el jardín.

Ante lo esperado tomó un filtro solar mira al cielo, y por algunos segundos quedo asombrada de ver la enorme figura amarilla en lo alto muy en lo alto, y como la luna ese astro que tanto admiro, acercarse y colocarse justo delante del inmenso Sol para crear una inmensa figura negra, misteriosa, mágica, luciendo, ante cientos de ojos, miles, millones en todo el mundo.

En el jardín hay sonrisas, la gente está contenta, su misión de ver a los dos astros por algunos momentos se cumplió. La gente empieza a retirarse y se escudan los “estuvo increíble”.

El evento sigue con algunas charlas y más información sobre el fenómeno. El tiempo restante se hizo corto y se disfrutó, al menos en el Campus de la Unam en Morelia, ciudad de las canteras rosas, donde sin una totalidad absoluta, se observó la magia de la naturaleza al reunir a los astros, aunque sea un poco, por un instante…

ACG