¿Qué están haciendo?, preguntó un pequeño…

Foto: Enrique Castro
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Morelia/Vianey J. Cervantes

Eran las 7:57 de la mañana del 28 de junio del 2017. La ciudad conocida como la Ciudad de la Cantera Rosa amaneció con un cielo brillante por las nubes blancas que cubrían el cielo, el aire era tibio y a los caminantes, una que otra gota les caía en el rostro o en la ropa, pequeñas lágrimas del cielo.

La plaza Melchor Ocampo, con sus pisos de cantera oscurecidos por la lluvia, fue el punto de encuentro para los periodistas morelianos que buscaban exigir un respeto que el gobierno, impunemente y con un silencio sepulcral, les ha negado, el respeto a la profesión, el respeto a su vida.

Enrique Castro, con la cámara colgando, acomodaba un par de vendas en el suelo, un grito de ayuda como los que mostraban los náufragos hacia el cielo: SOS; abajo, la palabra PRENSA.  Fueron pocos y aumentaron, con sus playeras blancas y chamarras negras, los periodistas iban llegando uno a uno.

Los morelianos se acercaban curiosos a la zona, “¿qué están haciendo?”, preguntó un niño pequeño. Los “changoongos”, como les dicen en el medio, escribían con gis en el suelo  #JusticiaparaSalvador, periodista levantado el 18 de mayo y cuyos restos calcinados fueron localizados el 14 de mayo, pero no fue sino hasta el lunes 26 de junio, cuando el procurador de justicia, José Martín Godoy Castro, anunció el descubrimiento, al lado de una teoría sobre su muerte que va de boca en boca, sumando dudas.

Entre todos los periodistas se acomodaron velas blancas en puntos específicos, las diminutas gotas de lluvia las inundaban y poco a poco, la llama de la esperanza cedía, solo para ser re encendida, una y otra y otra vez… Entonces, un anciano caminaba entre el gremio, “¿conocen a un locutor de radio?”.

Cuando todo estuvo listo, las palabras, el gremio y la llovizna que por fin cedió, los periodistas se alinearon para la fotografía de protesta, más trabajando que protestando, hasta que, cubierta la nota, los periodistas se unieron de un solo lado y con el puño el alto, miraron al cielo, al dron que volaba para recibir un último grito de auxilio, tras el octavo asesinato de un periodista en México, el segundo país más peligroso para esta profesión.

Con un grito reforzado, el gremio periodístico exigió, pidió, a la ciudadanía, al gobierno, al mundo: SOS PRENSA  #JusticiaparaSalvador