Y, todo por una guitarra…

Foto: Enrique Castro
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Paracho/ Héctor Tapia/Acueducto Online

Luego del uniforme aplauso todos los asistentes, que se aglomeraron en la plaza principal de Paracho, guardaron silencio. “Estoy tan emocionado que no puedo ni hablar”, dice Germán Vázquez Rubio, constructor de guitarras que se convirtió en un orgullo para su tierra natal.

“Creo que se me olvidó todo”, dice ante los más de mil asistentes, quizá dos mil, o un poco más, entre pobladores parachenses y visitantes de otros municipios del estado que cargaban, muchos de ellos, sus pequeñas guitarras que eran réplicas de la original que se confeccionó para la película “Coco”, producción norteamericana de las firmas Pixar-Disney.

Foto: Enrique Castro

Sus cortas y breves frases no alteraron el silencio que había uniformado la plaza; miraban la sencillez con que Germán Vázquez intentaba asimilar el recibimiento que había tenido a su tierra que había conseguido posicionar a nivel mundial con la obra de arte que aportó para la película que enalteció también la tradición del Día de Muertos michoacano.

Fue lo único que dijo de manera contundente ante todo el público que le observó como a una celebridad, de esas que aparecen sus rostros en las grandes películas.

Foto: Enrique Castro

Minutos antes le habían dado un caluroso recibimiento en la enorme guitarra que sirve de distintivo a Paracho, y que hace referencia a su profunda tradición laudera, y que por la calidad de sus guitarras ha ganado respeto y reconocimiento internacional.

Desde ese monumento comenzó una caminata que, a paso lento, pasó por la avenida principal; a lo largo de ella se instalaron los habitantes para ver un desfile que se realizó por el simple hecho de reconocer a uno de sus “hijos pródigos”, que a la distancia (desde Estados Unidos) hizo por su tierra más que muchos con una sola guitarra.

Foto: Enrique Castro

Las calles estuvieron adornadas por tendederos que tenían colgando pequeñas guitarritas de plástico, y a lo largo de ella los parachenses fueron aplaudiendo el paso de su coterráneo, su paisano, que puso en alto el nombre de su tierra. Todo un orgullo que celebraron conforme iba pasando.

La avenida principal, donde están localizadas varias casas lauderas, fue cercada por filas y filas de curiosos, puestos ambulantes de aguas y elotes, manjares de antojos que alimentaron el estómago de los visitantes, también curiosos por acercarse a la celebridad.

Foto: Enrique Castro

Cada una de las tiendas de guitarras y de artesanías tenían guitarras réplicas de la blanca guitarra de Coco; los niños, también con caras pintadas de pequeñas calaveras, traían las suyas e iban siguiendo y escoltando a Vázquez Rubio.

En la plaza principal, la pérgola municipal, se instaló un gran templete, y alrededor de él hileras e hileras de sillas donde se fueron sentando los visitantes; en la periferia se dispersaron puestos de artesanías, desde donde incluso las familias podían tocar réplicas de la famosa guitarra para tomarse fotos.

Foto: Enrique Castro

Una vez que hablaron autoridades, municipales y estatales, para entregar los varios reconocimientos preparados al laudero, Edgar Ulises, un joven de entre 13 y 16 años, se sentó frente a todos desde el templete y de un estuche blanco salió la guitarra construida exprofeso, a petición de la productora de la película, subió su pierna sobre un pequeño descanso, se acomodó y con suaves arpegios deleitó con su música a los asistentes. Fue breve, pero lo suficiente para ver como un niño ejecutó una pieza musical en la famosa guitarra, ejecución que dejó atónitos por la agilidad no sólo a grandes, sino también a niños que estaban atentos y embelesados.

En el fondo de la plaza, de manera paralela, se fue instalando una enorme pantalla donde luego de la entrega de los reconocimientos a Germán Vázquez, se proyectaría la película de “Coco”, auspiciado por la Fundación Cinépolis, quienes se sumaron al festejo del aclamado constructor de guitarras.

Foto: Enrique Castro

Una vez concluido el acto de la entrega de reconocimientos, Germán Vázquez Rubio bajó del templete, acompañado de autoridades, para atender a los representantes de los medios de comunicación en una de las salas del Ayuntamiento parachense; mientras, afuera, largas filas de curiosos, cada quien cargando su respectiva guitarra blanca, fue esperando la oportunidad de llevarse un ejemplar autografiado a sus casas.