Morelia/Julieta Coria
Los jardines y pasillo en Ciudad Universitaria poco a poco empezaban a inundarse por cientos y cientos de estudiantes de prescolar, primarias, secundarias y preparatorias que acuden al Tianguis de la ciencia y se dejan llevar ante el asombro y la diversión que por 28 años ha brindado, el lugar destinado a la Ciencia.
La fila es inmensa, no hay más espacio para el arribo de autobuses, una enorme concurrencia, pareciera una fiesta, hay globos, pancartas de colores y la gente como en día de picnic, pasean por el lugar.
En grupos caminan, cada estudiante representando con orgullo su uniforme escolar, otros se han tomado un tiempo para comer su torta y agua, se pueden observar, sentados sobre los jardines nicolitas, como agarrando fuerzas para empezar el recorrido.
Hay un ajetreo constante entre los visitantes, el ruido crece, los niños corren, juegan, las carcajadas son infinitas, tan solo basta mirarlos con detenimiento por segundos, para darse cuenta que la pasan bien, no hay distracciones, solo amigos, comida, diversión y ciencia, por supuesto.
Miles y miles de stands; explicaciones científicas que van desde el buen funcionamiento de los glóbulos rojos, el ciclo de la vida de las plantas, el tema de los parásitos, la cultura del medio ambiente, el correcto cepillados de los dientes, todo explicado entre juego y diversión.
Los más pequeños se dejan sorprender por los colores y reacciones de experimentos químicos que pueden recrear en casa, a la par que aprenden el comportamiento de su organismo cada que ingieren su comida o dulces favoritos.
Ellos, los curiosos de todas las edades, disfrutan con tal emoción, juegan y ríen, se les ve contentos, curiosos niños, que han dejado a un lado las pantallitas, los celulares para tener un contacto más directo con las personas, eso es lo que verdaderamente importa.
